El 12 de octubre de 1492 la flota de Cristóbal Colón
desembarca en las costas de Bahamas, iniciando con ello el encuentro de dos
mundos y posteriormente la colonización del Nuevo Continente. En este proceso,
las principales potencias europeas establecieron colonias con el objeto de
expandir sus dominios desde el punto de vista económico, cultural y político;
dicha colonización implico, entre otras cosas, el sometimiento de poblaciones
completas, la desaparición de numerosas lenguas autóctonas, así como la
distribución de importantes asentamientos y de su patrimonio
cultura.
En la conquista de América había grupos de individuos
con distintas creencias, costumbres y formas de percibir el mundo. A pesar de
que detrás de este hecho existieron condiciones históricas que determinaron que
los eventos se suscitaran de esta forma y no de otra, resulta útil para
ejemplificar la nula empatía y el poco entendimiento que puede existir entre
personas que, si bien no comparten la misma visión del mundo, comparten las
mismas dimensiones que los hacen ser semejantes.
Independientemente de las creencias religiosas, de las
tendencias políticas o de la apariencia física, los seres humanos necesitan
relacionarse con sus semejantes para alcanzar la mayoría de sus metas. Por eso
resulta muy importante aprender a ver a los demás como iguales a uno mismo, con
los mismo derechos y posibilidades, respetando la dignidad humana y actuando
con alteridad, para que las relaciones que se entablen sean efectivas y
constructivas, basadas en el entendimiento y acuerdo
mutuo.
2. 2. 1. La dignidad humana.
Cuando se dice que algo es digno es porque se quiere
dar a entender que posee un valor; cuando se habla de dignidad humana, se
hace referencia al valor intrínseco de cada ser
humano.
El ser humano tiene libertad de acción y autogobierno.
Esta condición le permite ser dueño de sí mismo, por lo que nunca podrá ser
propiedad de otro (naturalmente, tampoco deberá someter o privar de su libertad
a otros).
Así, reconocer la dignidad humana significa aceptar el
derecho que cada individuo tiene sobre una propia libertad y voluntad,
independientemente de las diferencias. El concepto de dignidad humana ha sido
objeto de muchas disertaciones filosóficas, desde Platón hasta la
actualidad.
A través de la argumentación que se expresa en la
“Fundamentación de la metafísica” puede entenderse que nuestra condición
racional nos permite ser tratados como seres dignos per si y no como
objetos para que otro alcance, a través de nosotros, algún
fin.
De esto se desprende que el asesinato, tortura, tráfico
de personas, violación, venta de órganos para trasplante, prostitución infantil,
secuestro, persecución política o religiosa, explotación de menores y
migrantes, terrorismo, entre otros, sean calificados como crímenes
contra la humanidad.
Lo anterior está implícito en el artículo I de la
Declaración Universal de Derechos Humanos (Organización de las Naciones Unidas
2009): “Todos los seres humanos nacen
libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros”.
Retomando las ideas expuestas hasta ahora, se puede
concluir que los seres humanos somo seres complejos y libres, dotados de
racionalidad y por esta razón de dignidad, misma que le confiere igualdad ante
sus congéneres, independientemente de su condición.
2. 2. 2 La alteridad.
Alteridad es un concepto acuñado por el filósofo
francés Emmanuel Levinas (1906 – 1995) que designa la disposición de
trascender la propia visión del mundo y ver a los otros seres humanos desde
diversas perspectivas partiendo del conocimiento y reconocimiento de su dignidad
intrínseca (Universidad Autónoma de México, 2010).
Esta disposición permite entender mejor a nuestros
semejantes y aceptarlos a pesar de las diferencias existentes, creando así un
entorno de respeto, diálogo y colaboración. En este sentido se asemeja a la
empatía, definida comúnmente como la capacidad de “ponerse en los zapatos del
otro”
Actualmente es frecuente escuchar frases como “el que
no tranza no avanza”, “a que lloren en mi casa, mejor que lloren en la del
vecino”, “primero yo, luego yo y al último yo”, “tanto dinero tienes, tanto
vale”. Se trata de parámetros de conducta que reflejan la escasa capacidad
empática, la nula consideración de la dignidad humana y, por ende, la ignorancia
que existe en torno al valor que posee el ser humano.
La dignidad humana y el concepto de alteridad, como
directrices de conducta, buscan una convivencia social basada en el
respeto del valor intrínseco de cada individuo, así como el respeto a
cada persona en sí.
En una sociedad así, habría ética, justicia económica y
social, en la que cada individuo debería actuar reconociendo en sí mismo al
otro, de modo que el trato que dé a sus semejantes sea el mismo que se procura
a sí mismo, bajo el supuesto de que cada individuo es relevante por el solo
hecho de ser humano.
2.2.3 La dignidad moral.
A diferencia de la dignidad humana, que es permanente e
intransferible, la dignidad moral varía según el comportamiento moral de la
persona, en función de los principios morales que guían sus
aspectos.
Lamentablemente, hay muchos ejemplos de personajes con
escasa o nula dignidad moral. Para muestra, basta mencionar el caso de los
propietarios de la marca de leche china Sanlu Group, quienes adulteraban con
melamina[1]
sus productos, los cuales eran consumidos por bebes de tres a seis meses de
edad.
Su objetivo era obtener mayores ganancias económicas
sin importar que pudiese dañar a salud de los infantes. Esta acción afectó a 53
mil niños, quienes presentaron cálculos renales. En este caso el delito fue
haber otorgado más valor al dinero que a la salud y la vida
humana.
2.2.4 ¿Por qué es importante el respeto y entendimiento a los demás?
La fortaleza de la raza humana radica en su condición
social. Así, la colaboración y el respeto entre humanos es capaz de generar
grandes logros y el bienestar de los integrantes de una
sociedad.
“Somos libres cuando conocemos y reconocemos lo que
somos, cuando somos conscientes de la esencia que poseemos y la dignidad humana
que nos caracteriza, enalteciendo nuestra propia autoestima, desarrollando
valores y dignidad moral y definiendo lo que queremos ser y qué haremos para
conseguirlo. (Emmanuel Levinas (en Garzón Z, 2014)
[1]
La melamina es un químico que dota de mayor consistencia a los líquidos, sin
embargo, puede provocar la formación de piedras en el tracto urinario del
cuerpo humano.