Marshall Berman reflexiona sobre la condición de ser un hombre moderno. En esa época – principios de la década de 1980 – el autor tenía la sensación de que las maravillas y promesas de la modernidad eran siempre alcanzadas por las contradicciones y obstáculos del mundo. Esta misma reflexión se puede hacer en torno a la ciencia y la tecnología.
La tecnología tiene dos momentos cruciales: el descubrimiento y la innovación (la aplicación del descubrimiento).
El primero consiste en el fruto de la investigación, un conocimiento nuevo sobre las cosas del mundo. La innovación es cuando se diseña una forma de aplicar el descubrimiento para hacer una nueva tarea de manera ventajosa. Sin embargo, la tecnología con frecuencia se usa en formas que contravienen los principios de la ética profesional.
La ciencia no es buena ni mala per se, sin embargo, no puede, evidentemente prescindir de las cuestiones “extra científicas” que la hacen posible, en particular de las condiciones económicas, políticas, culturales y sociales. Por otro lado, también es un hecho que tampoco puede desprenderse de los fines extra científicos, como los fines éticos y sociales.
Algunos de los problemas más trascendentes para la ética contemporánea pertenecen al campo de la bioquímica y medicina. Se trata de tópicos que presentan novedades y cambios constantes, como el de la clonación humana.
El debate actual acerca de la relación ética, ciencia-tecnología parte del supuesto de que la ciencia y la tecnología deben ser guiadas por una serie de principios que garanticen su servicio al desarrollo del hombre, sin privarlas de autonomía.
No todo lo que es técnicamente posible es moralmente admisible, el científico y el tecnólogo tienen libertad para investigar y aplicar, pero el desarrollo técnico-científico debe estar encaminado al bien común, no a la manipulación o destrucción del ser humano y de su entorno natural.
Por ejemplo: es técnicamente posible crear un virus tan letal como el del Ébola, pero eso no justifica el ataque con armas bacteriológicas para probar los efectos y la capacidad de respuesta de los organismos de detección y control de epidemias.
Se reconoce que la ciencia y el desarrollo tecnológico brindan los medios y el conocimiento para construir, pero es la ética la que juzgara si es legítimo o no el aplicarlos o desarticularlos. Conforme a lo anterior, se ha instituido la siguiente consideración básica que busca regir la aplicación de la ciencia y la tecnología:
La vida de una persona vale por sí misma, no es un medio ni un instrumento, precisamente por su dignidad personal y condición de ser libre. |
Conforme a lo anterior, se puede apreciar porque no es licito utilizar a las personas como medios o instrumentos para obtener un beneficio personal, pues la finalidad natural y primaria del progreso técnico-científico es la defensa y protección de la vida, pero no su manipulación o eliminación.