martes, 17 de diciembre de 2019

Algunos aspectos económicos del desarrollo sostenible.

En los últimos años, el tema del desarrollo sostenible ha sido creciente y ampliamente discutido, no solamente en esferas académicas, sino también en distintos noveles de gobierno, organismos internacionales, empresas y sus organizaciones, así como por distintos actores sociales, entre los que se destaca el papel de las organizaciones no gubernamentales.

En torno al desarrollo sostenible, se han realizado una gran variedad de reuniones internacionales, como la celebrada en Río de Janeiro, en 1992. Organismos internacionales como el Banco Mundial – el cual anteriormente ya solicitaba estudios de impacto ambiental de los proyectos a financiar – han creado divisiones enteras sobre el desarrollo; de hecho, una de las vicepresidencias del banco lleva justamente este nombre. También, se han establecido a nivel mundial organizaciones privadas, como el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible, con sede en Suiza. Muchas universidades, han creado centros de investigación y posgrados en torno al tema que nos ocupa. El desarrollo sostenible se ha puesto pues de moda.

Si bien el énfasis sobre el desarrollo sostenible es relativamente reciente, en ningún modo implica que el teman no haya sido abordado por la ciencia económica. Gran parte de lo que se presenta como desarrollo sostenible, ha sido directa e indirectamente estudiado en la economía, concretamente en las áreas de crecimiento y desarrollo económico (Mikesell, 1992) y, más recientemente, en las correspondientes a la economía ambiental y a la economía de los recursos naturales. Desde la perspectiva del desarrollo regional, escala en la que los problemas del desarrollo sostenible son muy visibles, la contaminación y el crecimiento económico han estado asociados, por lo menos desde el principio de la década de los 70’s. Ya qué en 1973, Siebert introducía consideraciones ambientales en la teoría del crecimiento regional, en la forma de “males públicos” (contaminantes industriales). En su formulación, consideraba la contaminación como una función creciente de la producción.

Una mirada a estas áreas arrojaría mucha luz sobre una gran vastedad de los conflictos, disyuntivas y avenidas comunes en las cuales discusiones en torno al desarrollo sostenible. Sin pretender dar un enfoque economicista – como la explosión demográfica y el creciente deterioro de los recursos naturales – por ejemplo. En este sentido, este tema sobre aspectos económicos del desarrollo sostenible necesariamente inicia con las nociones del desarrollo y de la sostenibilidad, de las cuales se derivan conceptos básicos de economía ambiental.

¿Qué se entiende por desarrollo?

En su sentido más amplio, el desarrollo se centra en el bienestar (o calidad de vida) de las personas. En este sentido, el acceso al empleo (y al ingreso que dé él se deriva), a los servicios de salud, educación y vivienda, por ejemplo, son elementos esenciales del desarrollo económico, como también lo son el respeto a los derechos políticos y civiles. En esta visión amplia de desarrollo, el deterioro ambiental afecta adversamente el bienestar de las personas y reduce, en consecuencia, su calidad de vida. Es así como puede tenderse puentes directos entre la calidad ambiental y el desarrollo económico.

En todo esto, la maximización del crecimiento económico – entendido simplemente como más producción de bienes y servicios, y considerado por muchos años, en sí mismo, como el indicador de progreso económico y social – es una medida incompleta del bienestar de las personas, por lo que queda relegada como objetivo del desarrollo. Difícilmente se da el desarrollo económico, por ejemplo, si el crecimiento de los países, de sus regiones, de sus ciudades y localidades, está basado en el deterioro del medio ambiente en general o en la depredación de sus recursos naturales en particular. Llevando está argumentación más adelante, podría entonces aseverarse que el desarrollo económico es, por definición, necesariamente sostenible. Dicho de otro modo, cualquier estilo de desarrollo que se aprecie de serlo incluye implícita o explícitamente las nociones de sustentabilidad (en cuyo caso pudiera, incluso, resultar redundante hablar del desarrollo sostenible).

Resulta, por demás ilustrativo, que las nociones más recientes en materia de desarrollo económico se centren en el desarrollo humano como fin último de desarrollo (por ejemplo, reportes del desarrollo humano del Programa de Desarrollo de las Organización de las Naciones Unidas (ONU, 1993)). Estos esfuerzos de las Naciones Unidas se orientan a complementar las tasas de crecimiento económico, Producto Interno Bruto (PIB), como una amplia variedad de indicadores económicos, políticos, sociales y de Ciencias Naturales, y giran en torno a la calidad de vida de las personas.

En este reporte, la conformación del índice de desarrollo humano incluye varios indicadores ambientales, agrupadas en dos grandes categorías:

a)       Balance de recursos naturales.

b)      Medio ambiente y contaminación.

En el primer caso, se encuentran indicadores tales como la densidad de población, la superficie cultivada, la superficie irrigada, la superficie forestal (y sus grados de deforestación), evolución anual de la producción de leña, los recursos hidráulicos renovables per cápita y la extracción anual de agua potable. En la segunda categoría se contemplan las emisiones de azufre de las grandes ciudades, las emisiones contaminantes atmosféricos tradicionales, los residuos industriales en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), el consumo de papel reciclado, la generación de residuos peligrosos y el tratamiento de aguas residuales. Otro conjunto de variables surge del perfil demográfico de los países, el cual ha sido tema central en las discusiones sobre sustentabilidad del desarrollo.

El asunto del desarrollo sostenible ha sido ampliamente abordado desde la perspectiva de la economía ambiental, en general, y de la economía de los recursos naturales, en particular. En ambos se ha contado con un sustento relativamente sólido y avanzado en teoría económica, en contraste con los tratamientos más superficiales que han popularizado las discusiones sobre el desarrollo sostenible. Si bien la complejidad de la problemática correspondiente es mayor, y en muchos casos no se le dio la importancia debida – como es el caso de la contaminación en las grandes ciudades del mundo, de las cuales la ciudad de México es un ejemplo – esto no significa que lo sostenible o sustentable no haya sido abordado por la economía ¿hacia dónde apunta, pues la sustentabilidad?

¿Qué es lo sostenible en el desarrollo?

Si bien el desarrollo explícitamente involucra sustentabilidad -  el Banco Mundial considera que “El desarrollo sostenible es un desarrollo que dura” – los crecientes niveles de deterioro ambiental, aunados a la marcada tendencia a ignorarlo, ha puesto los reflejos sobre la opción de lo sostenible: ¿Qué tanto puede ser sostenido el desarrollo? está preocupación ha estado presente desde la aparición de los Límites de Crecimiento (1972) por el Club de Roma, a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Banco Mundial, 1992), pasando por la publicación de Nuestro Futuro Común (1897).

De lo anterior, se deriva un aspecto central de las discusiones sobre la sostenibilidad, y se refiere a la distribución intergeneracional de los costos y beneficios del crecimiento y desarrollo. En este sentido, se está estudiando la posibilidad de incluir la vertiente ambiental en las contabilidades de los países (México es uno de ellos), de tal forma que se logre un acercamiento más real a los verdaderos costos del saneamiento ambiental, y de lo que se está heredando a la presente y futuras generaciones. Esto conlleva la necesidad de que la evaluación de programas y proyectos consideren costos y beneficios sociales completos. El crecimiento económico derivado de los procesos productivos altamente contaminantes, o de prácticas agrícolas y forestales inapropiadas, aunado a la ausencia de medidas y acciones específicas para abordar este deterioro, propicia que existan beneficiarios de este crecimiento, así como grupos que se ven adversamente afectados por el mismo. Esto introduce la noción de externalidades positivas y negativas al estudiar el crecimiento económico y sus vínculos con el medio ambiente. En términos de la perspectiva más comprensiva de desarrollo económico, todos estos asuntos necesariamente deben considerarse en conjunto. De aquí la importancia de la evaluación seria y rigurosa de los costos y beneficios ambientales netos.

Las nociones anteriores de desarrollo y de sustentabilidad requieren de una perspectiva multidimensional para ser propiamente entendidas. Las interdependencias entre los diferentes componentes, las disyuntivas, las discusiones sobre derechos de propiedad, el tratamiento de los bienes públicos, las políticas de precios y subsidios a la actividad económica, las políticas tecnologías, la cultura, los estilos o modelos de desarrollo, la ética y la moral, entre otros aspectos, necesariamente deben considerarse de manera comprensiva para su debido estudio.

Si bien el énfasis sobre las interdependencias entre crecimiento económico sido sistemas ambientales es realmente reciente – podría situarse real desde la década de 1960 hasta la fecha – su estudio explícito e implícita o se remonta mucho más atrás (Pearce y Turner, 1990). Dada su propia naturaleza, los asuntos ambientales gravitan sobre la frontera de los sistemas económicos y los naturales; de aquí y su inherente complejidad de incertidumbre. Más que un enfoque en particular la interrelación entre la economía y el medio ambiente necesariamente debería de verse desde una perspectiva plural, dejando atrás enfoques estrechos que dificultan un estudio más analítico de los principales asuntos en consideración.

La contribución de la economía hace que el estudio del medio ambiente pueda verse prácticamente en todas las escuelas del pensamiento económico. En ese sentido se considere en la economía clásica (la que cubre parte de los siglos XVIII y XIX) – y su preocupación con el crecimiento a largo plazo, especialmente en el caso de Malthus y su inquietud con el asunto del crecimiento de la población, vis a vis, la disponibilidad de recursos y alimentos - hasta las disposiciones más recientes entre ecología y economía, como la perspectiva coevolucionaria.

Escuela neoclásica y desarrollo sostenible.

Muchas de las medidas económicas prevalecientes durante la década de 1980 y principios de la de 1990, se han apoyado ideológicamente en la escuela neoclásica (1870-1950, aproximadamente). Está escuela de pensamiento introduce el análisis marginal, donde cobrar gran relevancia los cambios pequeños de incrementales, y deja de lado la preocupación clásica en torno a largo plazo. En esta corriente, la producción se hace girar en torno a los recursos productivos como capital, fuerza de trabajo, tecnología, recursos naturales y calidad ambiental.

En la que la producción dependa de la calidad ambiental se conoce como productividad ambiental, y dan lugar a reflexiones importantes para el estudio del desarrollo sostenible (Pezzey,1992). Queda claro que de difícilmente se puede hablar de una sustentabilidad sin altas tasas de crecimiento que conllevan a una depredación de los recursos, si se finca en un severo deterioro ambiental, o sea se asocian a una exhibición de los propios recursos de capital. En este sentido, la sustentabilidad se inscribe directamente en el propio modelo de crecimiento económico, pero ha faltado hacerla más explícita y operativa. Aquí se ubican los esfuerzos por desarrollar contabilidades nacionales verdes, que den cuenta de los impactos ambientales (Pearce, 1994). Nuestro país avanza paulatinamente en esta dirección.

Apoyándose en la economía neoclásica convencional, Pezzey logra hallazgos con grandes implicaciones entre las discusiones y políticas de desarrollo sostenible. El progreso técnico inadecuado y el acceso abierto de indiscriminado de los recursos ambientales, pueden ser factores cruciales para la insostenibilidad, en los casos en los que los recursos no renovables son esenciales. La intervención gubernamental – en forma de subsidios o impuestos – puede ser favorable al medio ambiente, que se orienta la conservación y el control; o desfavorable, si se alienta a la exhibición de los recursos. Concerniente a los recursos naturales renovables, el crecimiento de la población bien puede verse como una amenaza a la sustentabilidad, con fuertes vínculos entre la pobreza y el deterioro ambiental, lo que en conjunto requiere de la atención gubernamental. A su vez, también se ha encontrado causalidad entre los niveles de ingreso per cápita y los daños ambientales. En este contexto un es de gran importancia el asunto de los derechos de propiedad, el sistema de precios y la distribución de ingresos.

Algunos conceptos básicos de economía ambiental.

Tal como se indicó anteriormente gran parte de las discusiones en la actualidad se hacen pasar como relativas al desarrollo sostenible, ya había sido abordadas en la bibliografía de la economía ambiental y de los recursos naturales; bastaría con revisar alguno de los conceptos y principales interrelaciones derivados de estas áreas, así como su utilidad en el entendimiento de la sustentabilidad del desarrollo. Un ejemplo de esto es el estudio de los impactos internacionales de la contaminación ambiental, que no puede ser contenida enteramente dentro de las esferas nacionales. La degradación en la calidad del agua, del aire, el uso de los plaguicidas, la problemática causada por ríos internacionales como el Danubio en Europa, o el río Grande/Bravo entre México y Estados Unidos. Es común que unos ocasionan la contaminación y otros sufren las consecuencias. Así pues, la producción y distribución de bienes y servicios propicia lo que en teoría económica se llaman externalidades, en las que intencionalmente puede beneficiar y perjudicará a terceras partes.

El desarrollo sostenible requiere de una perspectiva multidimensional y dinámica. El análisis económico tradicional maximizar las utilidades de individuos (consumidores o empresas) sujetas a restricciones de recursos limitados y escasos. En general, la aplicación de los principios económicos lleva a los mercados al uso eficiente de los recursos. Los sistemas de mercado basan su eficiencia en derechos de propiedad bien establecidos que prevengan externalidades en consumo producción, mediante la aplicación de sanciones o que propicie la exclusión en el consumo. Desafortunadamente, el medioambiente los recursos naturales, en general, no tienen mercados bien definidos.

La inexistencia de mercado está intrínsicamente relacionada con la naturaleza de estos recursos. El aire es un buen ejemplo de la ausencia de propiedad. Y como lo es posible que alguien se proclame como su propietario. Está característica es común para otros recursos naturales, tales como el agua, las especies marinas y bosques, entre otros. La no existencia de un propietario propicie el abuso en el uso y consumo, tanto del medio ambiente como de los recursos naturales.

Derechos de propiedad

En un sistema de economía de mercado, en el que bienes y servicios intercambian entre productores y consumidores, es necesario que en la compraventa se intercambien, además de la propiedad física de los bienes, los derechos para utilizarlos. Los derechos de propiedad son una condición necesaria para el comercio; no se concibe la compra de un producto sin la certeza de que se utilizará. La noción de los derechos de propiedad implica el derecho de utilizar que se dieron en la forma que la persona lo desee. Sin embargo, es posible que la manera en que lo utilice posee consuma algunos bienes afecte al bienestar de las otras personas. Por ejemplo, al consumir también de su propiedad un individuo está haciendo un uso de su derecho de propiedad; adicionalmente, si la producción es de bien conlleva el desperdicio de sólidos y humos con un olor desagradable, está afectada en forma negativa el bienestar de sus vecinos. En este caso, al hacer uso de esos derechos de propiedad, se está afectando otros individuos.

Para eliminar algunos problemas relacionados con la propiedad y uso de los bienes, como la manera en que afectan al bienestar de otros individuos, es necesario que los derechos de propiedad estén bien definidos respecto al uso de los bienes y a las restricciones que se aplican a los propietarios y no propietarios. Randall (1987) sugiere que los derechos de propiedad de contener las siguientes características:

a)       Completamente especificados.

b)      Exclusivos.

c)       Sancionables.

Los derechos de propiedad completamente especificados informan tanto sobre los derechos que acompañan a la propiedad del bien como sobre las recepciones a los derechos de uso y los castigos por su violación. La exclusividad de los derechos de propiedad asegura que el propietario tiene el derecho total de tomar acciones que protejan a su bien, por lo que su uso será únicamente del propietario y las personas que el indique.

Por otro lado, los derechos de propiedad deben ser transferibles; es decir, en el momento de una venta, el comprador adquiere todos los derechos de uso de este, lo que implica que no solo es importante la transferencia física, sino también la transferencia de los derechos a utilizar ese bien. Los derechos deben ser sancionables, y las sanciones por afectar los derechos de propiedad debe aplicarse.

Existe una interrelación entre la economía y los derechos de propiedad, por la necesidad de que una compraventa tenga especificados los derechos de uso exclusivo de la propiedad. La exclusividad de un bien, otorgada por la propiedad de este, permite que el dueño lo utilice o consuma a su conveniencia y en caso de que alguien viole su propiedad, la ley lo protege al asignar un castigo para quien traspase los derechos de propiedad. Asimismo, el propietario está obligado a hacer uso del bien de acuerdo con lo que marca la ley. Como se mencionó anteriormente, tanto los recursos naturales, como el medio ambiente, carecen de derechos de propiedad bien establecidos.

Bienes privados y bienes públicos.

Una clasificación adicional que se incluye dentro del área de economía ambiental es la distinción entre bienes privados y bienes públicos. Los bienes privados tienen dos características: exclusividad y rivalidad. La rivalidad implica que una vez que se consume el bien por el propietario, éste ya no podrá ser consumidos o utilizado por nadie más. El consumo de un bien por un propietario reduce la existencia de ese bien en una unidad. La exclusividad otorgada por los derechos de propiedad es una característica de los bienes privados, los cuales se consumen en forma individual por una persona. Los artículos que le compran para consumo personal tales como alimentos, vestidos, automóviles, entre otros son ejemplos de bienes privados.

La contraparte los bienes privados o los bienes públicos, los que tienen por característica en los ser exclusivo y no rivales en su consumo. Ganó explosividad del bien público sugiere que el bien puede ser consumido por cualquier persona, sin excluir a nadie en su consumo; mientras que la rivalidad no implica que el consumo de ese bien por una persona no reduce el consumo de este a las demás personas. Los bienes públicos pueden ser ofrecidos por la naturaleza, el gobierno o particulares. Ejemplo de bienes públicos o la defensa nacional, el aire, la educación, etcétera.

Hubo una diferencia interesante entre los bienes público y privado sur es la existencia de un sistema de mercado para los bienes privados, en el cual existen precios para compararlos y venderlos. De la compraventa de estos bienes, están asignados los derechos de propiedad. En el caso de los bienes públicos la no exclusividad crea un problema para un mercado que o funcione con base en el precio, ya que una vez que el bien público es producido, un gran número dos personas se beneficiaran, paguen o no por él.

Una variante del problema de no exclusividad de los bienes públicos encuentra en la imposibilidad de excluir en el consumo del bien a personas que no varía por su utilización; a esas personas se le conoce como free riders. Por ejemplo, un bien público como el alumbrado público, financiado con una cooperación de los vecinos, será provisto por el gobierno; sin embargo, no se podrá excluir del consumo de este bien a los vecinos que no valen por la instalación de este. Los residuos que no pagan por este servicio – y sin embargo lo disfrutan – son los free riders.

Alternativamente, los bienes públicos pueden convertirse en bienes congestionables. Estos son bienes que, después de que un cierto número de personas los consume simultáneamente, ocurre una congestión en el consumo de estos. La congestión por el mal uso o consumo del bien afecta al consumo o utilización que de él hacen todas las personas. La dificultad para excluir a personas del consumo de bienes públicos propicia el congestionamiento en su consumo. En algunos de estos casos, el sistema de precios emerge como una solución a este problema de congestionamiento; un ejemplo sería la utilización de una carretera. El uso de ella no reduce la disponibilidad de estas para otras personas; sin embargo, después de cierta cantidad de vehículos en circulación, la congestión de la carretera reducir la fluidez del tráfico. Como una solución al problema de congestionamiento, han surgido empresas privadas a través del sistema de mercado, para proporcionar carreteras de cuota, en las cuales se cobra por el uso de la carretera, excluyendo mediante un precio, a los conductores de vehículos que no deseen pagar por circular en está.

Externalidades.

En algunas ocasiones, en el proceso de producción, distribución y consumo de ciertos productos, existen efectos colaterales que afectan el bienestar de personas o empresas no directamente relacionadas con el proceso de elaboración del producto, o con el consumo de este. A estos efectos se le conoce como externalidades. Las externalidades se definen como los efectos no contemplados en el mercado de las actividades de producción y consumo; es decir, las externalidades no están sujetas a ningún precio.

Las externalidades son de dos clases: las generadas por el consumo en las generadas por la producción. La externalidad de consumo es aquella en la que el bienestar de un individuo se ve afectado por el consumo de un bien por parte de un consumidor. Por ejemplo, al fumar un cigarrillo una a persona afecta el bienestar de u otra con el humo de este. Una externalidad de la producción ocurre cuando una fábrica afecta el bienestar de otros individuos a través de su producción. Por ejemplo, una planta cartonera que afecta con sus olores a los vecinos.

Otra clasificación de externalidades considera las positiva y las negativas. Una externalidad positiva ocurre cuando el bienestar de una persona o empresa es afectado positivamente por las acciones de otra persona o empresa. Ejemplo de esto es el aumento en el bienestar de un vecindario por la existencia de un jardín bien cuidado por algunos vecinos. Una externalidad negativa se da cuando el bienestar de una persona resultó afectado negativamente por las acciones de otros. Los mejores ejemplos al respecto son los relacionados con la contaminación.

Sí las externalidades son positivas provocan beneficios para el productor y para otros por zonas, éstas eran producidas en una menor cantidad menor que lo deseado. Por otro lado, si la externalidad negativa, no forma parte de los costos de las empresas o de los consumidores; entonces está externalidad se producirá en cantidad mayor a las que se desean en el mercado.

Pearce y Turner (1990) indican que las externalidades son, generalmente, la falta de definición de los derechos de propiedad, la falta de aplicación de las sanciones de los derechos de propiedad, o la imposibilidad de exclusión. Estos proporcionan un ejemplo de contaminación el cual dos individuos A y B. El individuo B produce cierto producto cuya elaboración contamina el aire. Ambos individuos tienen derecho a la atmósfera. Sin embargo, los derechos de propiedad de la atmósfera no están establecidos. En este ejemplo el individuo A utilizar el aire que B contamina sin considerar como parte de sus costos el daño hecho la atmósfera. En ausencia de regulaciones, B no tiene ningún incentivo para reducir el volumen de la externalidad que produce. Y por otro lado A, no tiene forma de exigir que B no contamine.

Sin embargo, este problema tendría una óptica diferente si alguien tuviera la propiedad de la atmósfera por ejemplo si el individuo A tuviera los derechos de tener aire limpio, podría sancionar y exigir que se sancione al individuo B por el daño que está sufriendo. En este caso el individuo B el cual contamina, debería internalizar los costos de contaminar. De igual forma SI B tuviera los derechos de uso de atmósfera entonces él podría cobrar de al individuo A por utilizar aire limpio. De esta manera, A tendría que pagarle a B para que no contaminara.

Control de los problemas ambientales.

Como se ha definido hasta ahora el concepto de desarrollo implica la producción de bienes y servicios para brindar un mayor bienestar y progreso económico de las naciones; la gran mayoría de la producción de bienes está ligada a un pago monetario por los mismos. Sin embargo, se disfruta de algunos bienes y servicios que están relacionados con el bienestar de la sociedad, más no estar en venta. La interdependencia en la producción y existencia de estos dos tipos de bienes fundamental desarrollo económico. Es decir, el bienestar de nación está relacionado con la mayor producción de bienes y servicios; una gran arte de esta producción la realizan los particulares. El incentivo para esta producción está dado por el sistema de mercado. Las fallas del mercado para incluir los costos del medio ambiente en las decisiones de consumo y producción generan la base para la intervención del gobierno, a través de mecanismos de regulación tendentes a lograr forzar la internalización de los costos.

Una manera de corregir la creación de externalidades y transferencia de costos es la de forzar a los productores y consumidores a externalizar todos los costos inherentes a la actividad económica. Con esto, lo que se busca es que las empresas y las personas consideren el problema que están creando como una variable de decisión en su actividad económica. Dentro de las formas más utilizadas para interiorizar los costos se encuentran:

a)        Impuestos.

b)      Normas.

c)       Subsidios.

d)      Permisos de mercado.

A continuación, se describe cada uno de estos mecanismos.

El impuesto por contaminar es un costo directo asociado al acto de contaminar. Es una forma de responsabilizarse por el daño que se hace a otras personas o, visto de otra manera, es el cargo que se hace a los agentes contaminadores por contaminar el recurso del aire limpio. El objetivo de colocar un impuesto es incrementar los costos y reducir la cantidad del bien que se produce.

Las normas son la forma más común de regulación ambiental. El establecimiento de las normas implica la fijación de niveles máximos de contaminación o explotación de un recurso que deben ser respetados. Normalmente, se establece bajo un criterio médico o de ingeniería. Las normas requieren el establecimiento de una agencia gubernamental que vigile la actividad de los productores de contaminantes y que sancione con las penas establecidas. Un problema adicional a la implementación de las normas es que deben ser colocados, de tal manera, que se produzca una solución económicamente eficaz. Este tipo de regulación los solamente determina el nivel de contaminante emitido, sino que además puede controlar el proceso con el que se produce el contaminante.

Los subsidios a la reducción de contaminantes son otra alternativa que el gobierno tiene para controlar la contaminación. Extorsión trato de reducir el nivel de contaminación por medio de la asignación de un subsidio para aquella empresa que contamine por debajo de un nivel determinado.

El problema básico de esta forma de control es que este tipo de subsidio es una transferencia a los productores, es similar a una reducción en costos, y mientras no cambie de precio del viento, se traduce en ganancia para las empresas. Estas ganancias con bajo nivel de contaminación son un incentivo para que otras empresas entre al mercado de este producto, lo cual puede traer como consecuencia un aumento de producción. Este aumento conlleva mayores niveles de contaminación. Por esta razón, en la mayoría de los casos, los subsidios deben ser aplicados con mucha cautela, debido a que el efecto final puede ser totalmente opuesta al que se deseó originalmente.

Los permisos transferibles de mercado son similares a las normas. El objetivo de este permiso controlar la contaminación al medio ambiente y la sobreexplotación de los recursos naturales, por medio de la compraventa de permisos entre los agentes contaminadores o productores. La idea de este sistema es que el poseedor de cada permiso puede contaminar a este nivel que indique el mismo. En caso de que la empresa contamine a niveles mayores a los estipulados, requerida de permisos adicionales, mismos que podrá comprar de otras empresas productoras. Se hizo muchas las empresas contaminadas sin permiso suficientes, pronto el precio de estos su vida, elevando el costo por contaminar. El aumento de los costos por contaminar externala selectivo para que la empresa adoptar medidas de control ambiental.

Los permisos transferibles de mercado incentivan a las empresas más eficientes a reducir en mayor proporción las emisiones contaminantes para aprovechar el mercado de permisos. El sistema de permisos transferibles en el mercado requiere de control y supervisión de una institución de gobierno. Operativamente está institución de establecer los objetivos a lograr en términos de contaminación o explotación de un recurso. El primer paso es definir el tamaño de mercado que será cubierto con estos permisos, a través de la fijación del estándar de contaminación que va a ser permitido en un área determinada. El siguiente paso es decidir cómo des se distribuirán inicialmente los permisos. Generalmente se distribuyen gratuitamente entre las compañías productoras del aria.

Si una empresa tiene permisos por una cantidad mayor que sus emisiones contaminantes, podrá vender parte de sus permisos a otras empresas. Adicionalmente, la institución gubernamental deberá monitorear adecuadamente el nivel de contaminación, de tal manera que se castigue a las empresas que contaminen a un nivel mayor del autorizado por los permisos que posean. Ese sistema incentivo, a través del mercado, la disminución de la contaminación en áreas severamente afectadas, ya que sí se coloca un número restringido de permisos, las empresas más contaminantes enfrentar a mayores costos de las menos contaminantes perdiendo con ello competitividad.

Otro incentivo de mercado para reducir la contaminación es el valor que tienen los materiales, tales como botellas de vidrio, aluminio, papel, cartón. El valor de desecho de estos productos produce un incentivo para que individuos y empresas los reutilicen o los vendan como material para reciclar. Un costo importante para el reciclaje de estos materiales es su recolección; en este sentido, algunas ciudades norteamericanas han establecido el cobro de un impuesto por cada botella de vidrio y latas de aluminio. Este impuesto es recuperable en el momento en que se devuelvan los envases vacíos.

Valoración ambiental.

Como se mencionó anteriormente, en ocasiones es necesario que el gobierno regule la actividad económica de empresas y consumidores, para reducir los daños causados a los recursos naturales y al medioambiente. Sin embargo, está regulación o se puede colocar bajo criterios simplista de asignar un costo por contaminación para que la empresa asuma los costos de los daños al medio ambiente. Para que las medidas de control sean eficaces, se requiere la valoración de los años y corregidos por la sobreexplotación del recurso o como la contaminación del medio ambiente.

La valoración de los recursos naturales es una parte muy importante de los esfuerzos para su conservación. El Valor de los recursos naturales y del medio ambiente debe considerar tanto su Valor económico presente como el futuro. El medioambiente tiene un Valor intrínseco en el presente el futuro. Hartwick y Olewiler (1986), en la dedicatoria de su libro, expresan que “los recursos naturales y el medio ambiente, más que una herencia de nuestros Padres son un préstamo de nuestros hijos”. Desafortunadamente la pobreza y la inestabilidad económica promueven que las personas de menores ingresos de gran que utilizar hoy los recursos naturales y el medio ambiente sin cuidados para el futuro. Esto se refleja en la explotación excesiva de bosques, recursos marinos y contaminación del agua y aire, que promueve resultados contrarios a los de sostenibilidad.

Las políticas ambientales tienen por objetivo lograr la correcta combinación de huesos del medio ambiente. Para esto, se requiere la evaluación de costos y beneficios de los distintos usos del recurso. Estos análisis requieren la determinación del Valor económico de estos bienes. Para lo que se necesite información que no se encuentra disponible, debido a que muchos de los componentes del Valor de los recursos naturales y medio ambiente no son determinados por el mercado. En estas situaciones, los datos deben ser obtenidos mediante encuestas que se dirija a los usuarios y no usuarios del recurso. Existen distintos métodos estadísticos para valorar los recursos carentes de mercado. Entre los métodos estadísticos más usados tenemos el método del costo del viaje y la valoración contingente.

El método del costo de viaje se utiliza para valorar bienes que tienen un Valor de creativo como los lagos, ríos y bosques entre otros. Mediante una encuesta se pregunta a las personas cuantas veces al año asisten a lugar, y el gasto aproximado en el que incurren, así como su ingreso y otras variables.

La valoración contingente se basa en la respuesta de los individuos a preguntas con circunstancias contingentes en un marcado artificialmente estructurado (Stoll, 1983). La encuesta se le presentan al entrevistado diferentes mercados hipotéticos. En el caso de la contaminación al aire, se les interroga sobre el valor que estarían dispuestos a pagar por contar con aire limpio, o bien se les pregunta acerca del valor que salían dispuestos a aceptar por cierto nivel de contaminación; de esta manera, es posible obtener un valor aproximado de la contaminación del aire.

La valoración ambiental es determinante, y seguramente tendera a serlo más en el futuro. En la actualidad, la mayoría de los países desarrollados requieren estudios de impacto ambiental para autorizar nuevos proyectos económicos. Esto se ha observado crecientemente en los países menos industrializados, los cuales, además de sus requerimientos nacionales, tienen que incluir estudios de impacto ambiental cuando solicitan créditos a organismos internacionales. La estimación de los costos y beneficios ambientales directos e indirectos es y será siempre más fácil de enunciar en el papel que en la realidad (Serageldin.1995). la protección ambiental representa un valor intrínseco, más allá del valor que le puedan asignar los seres humanos. Existen, pues, diferentes percepciones, y alguna estimación habrá de hacerse para ellas.

Los diferentes métodos estadísticos para valorar el medio ambiente no están libres de error, y han sido criticados por no considerar cuestiones de moral e intereses políticos, entre otros asuntos. Sin embargo, aun cuando estos métodos de valoración no son infalibles proporcionan información necesaria para la determinación de políticas ambientales, tendentes a evitar la sobrepoblación de los recursos naturales del medio ambiente.

Conclusiones.

El tema de desarrollo sostenible ha sido abordado desde una amplia perspectiva. El término mismo no está exento de dificultades conceptuales: ¿se trata de desarrollo sostenible, sustentable o sostenido? Aun cuando los términos son distintos semánticamente, ha sido común usarlos de manera intercambiable. Algunos enfoques se derivan de las ciencias naturales, pero también existen contribuciones de la ingeniería, sociológica, política, y por supuesto de la economía. Esto propicia que, a menudo, se den diferencias en las percepciones de lo que constituye un problema de desarrollo sostenible, y, en consecuencia, de las soluciones correspondientes.

Más aún dichas diferencias pueden llegar a ser irreconciliables en la medida en que un grup0o persiga determinados fines, sin consideración alguna de las variadas y complejas interrelaciones derivadas de estas diferentes percepciones o puntos de vista en torno al desarrollo sostenible. Un ejemplo de esto seria las posturas de grupos ambientalistas radicales quienes quisieran un medio completamente verde, sin considerar del todo las necesidades de producción y de empleo para la población. En el caso de México, y aun cuando es deseable, un gran número de empresas tendrían dificultades para atender los reclamos de mayores inversiones en favor del medio ambiente; los pagos de nómina, o el de sostenerse a flote, seguramente, es tan o más apremiante que las consideraciones ambientales. Aún para las empresas grandes, no está del todo claro que los recursos destinados al medio ambiente sean una inversión, sino que en la mayoría de los casos han sido considerados como un costo.

Otro ejemplo es la calidad de vida de las ciudades. Es posible lograr el consenso de las autoridades locales respecto a contar con un medio ambiente más limpio. Sin embargo, si ello implica reubicar o cancelar la operación de fábricas altamente contaminantes, si ello implica reubicar o cancelar la operación de fábricas altamente contaminantes o grandes consumidoras de energéticos, la decisión dista de ser sencilla. Estas empresas generan empleos, contribuyen con impuestos, quizá capten divisas, o simplemente la situación de coyuntura les dificulte un movimiento de esa naturaleza. Es decir, si entre sus múltiples facetas, el desarrollo sostenible se relaciona con la limpieza del medio ambiente, está no es tarea gratuita, sino que también representan un costo.

El comercio internacional, proporciona otra arena de discusión interesante para ilustrar las complejidades y las frecuentes disyuntivas o conflictos vinculados al concepto de desarrollo sostenible. Según Pearson (1993), prácticamente todas las discusiones sobre comercio y medio ambiente se ubican dentro de cuatro grandes categorías:

a)       Los impactos comerciales de las regulaciones ambientales sobre la producción.

b)      Los impactos comerciales de los estándares sobre productos relacionados con el medio ambiente.

c)       El uso de medidas comerciales para alcanzar objeticos ambientales internacionales.

d)      Los impactos ambientales del comercio y liberación comercial.

De acuerdo con este mismo autor, los dos primeros puntos ha se habían mencionado desde los principios de la década de los 70’s, si bien desde la perspectiva comercial, y no desde consideraciones ambientales. Los últimos dos aspectos, escasamente abordados durante esos años, han generado una serie de controversias.

Algunas de las más recientes discusiones sobre competitividad internacional de los países, sectores, regiones y localidades en particular, están siendo ampliamente analizadas desde la dimensión ambiental. En este marco podrán ser incluidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el acuerdo paralelo sobre medio ambiente, así como la implantación de la norma ISO 14000 como certificación de calidad ambiental para las empresas. En esta pugna comercio- medio ambiente hay cabida a la más amplia variedad de intereses (y los consecuentes conflictos de los distintos actores involucrados). Más particularmente, estas discusiones sobre medio ambiente, conducentes a una mayor sustentabilidad del desarrollo, tienden con medidas de corte proteccionista. Por otro lado, una mayor apertura o proteccionismo, bien puede conducir a diferentes niveles de deterioro ambiental.

Las diferentes sobre desarrollo sostenible no son enteramente nuevas en el estudio de la economía y, en consecuencia, tampoco lo son muchas de las disyuntivas que emergen de tales discusiones.


Bibliografía

Aguilar Barajas, I., Gómez Cavazos, I., & Gutiérrez Garza, N. (1997). Capitulo 24 Algunos asp4ectos del desarrollo sostenible. En Ciencia Ambiental y Desarrollo Sostenible (págs. 527 - 538). México: International Thompsom. Recuperado el 16 de diciembre de 2019



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