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martes, 17 de diciembre de 2019

Algunos aspectos económicos del desarrollo sostenible.

En los últimos años, el tema del desarrollo sostenible ha sido creciente y ampliamente discutido, no solamente en esferas académicas, sino también en distintos noveles de gobierno, organismos internacionales, empresas y sus organizaciones, así como por distintos actores sociales, entre los que se destaca el papel de las organizaciones no gubernamentales.

En torno al desarrollo sostenible, se han realizado una gran variedad de reuniones internacionales, como la celebrada en Río de Janeiro, en 1992. Organismos internacionales como el Banco Mundial – el cual anteriormente ya solicitaba estudios de impacto ambiental de los proyectos a financiar – han creado divisiones enteras sobre el desarrollo; de hecho, una de las vicepresidencias del banco lleva justamente este nombre. También, se han establecido a nivel mundial organizaciones privadas, como el Consejo Empresarial para el Desarrollo Sostenible, con sede en Suiza. Muchas universidades, han creado centros de investigación y posgrados en torno al tema que nos ocupa. El desarrollo sostenible se ha puesto pues de moda.

Si bien el énfasis sobre el desarrollo sostenible es relativamente reciente, en ningún modo implica que el teman no haya sido abordado por la ciencia económica. Gran parte de lo que se presenta como desarrollo sostenible, ha sido directa e indirectamente estudiado en la economía, concretamente en las áreas de crecimiento y desarrollo económico (Mikesell, 1992) y, más recientemente, en las correspondientes a la economía ambiental y a la economía de los recursos naturales. Desde la perspectiva del desarrollo regional, escala en la que los problemas del desarrollo sostenible son muy visibles, la contaminación y el crecimiento económico han estado asociados, por lo menos desde el principio de la década de los 70’s. Ya qué en 1973, Siebert introducía consideraciones ambientales en la teoría del crecimiento regional, en la forma de “males públicos” (contaminantes industriales). En su formulación, consideraba la contaminación como una función creciente de la producción.

Una mirada a estas áreas arrojaría mucha luz sobre una gran vastedad de los conflictos, disyuntivas y avenidas comunes en las cuales discusiones en torno al desarrollo sostenible. Sin pretender dar un enfoque economicista – como la explosión demográfica y el creciente deterioro de los recursos naturales – por ejemplo. En este sentido, este tema sobre aspectos económicos del desarrollo sostenible necesariamente inicia con las nociones del desarrollo y de la sostenibilidad, de las cuales se derivan conceptos básicos de economía ambiental.

¿Qué se entiende por desarrollo?

En su sentido más amplio, el desarrollo se centra en el bienestar (o calidad de vida) de las personas. En este sentido, el acceso al empleo (y al ingreso que dé él se deriva), a los servicios de salud, educación y vivienda, por ejemplo, son elementos esenciales del desarrollo económico, como también lo son el respeto a los derechos políticos y civiles. En esta visión amplia de desarrollo, el deterioro ambiental afecta adversamente el bienestar de las personas y reduce, en consecuencia, su calidad de vida. Es así como puede tenderse puentes directos entre la calidad ambiental y el desarrollo económico.

En todo esto, la maximización del crecimiento económico – entendido simplemente como más producción de bienes y servicios, y considerado por muchos años, en sí mismo, como el indicador de progreso económico y social – es una medida incompleta del bienestar de las personas, por lo que queda relegada como objetivo del desarrollo. Difícilmente se da el desarrollo económico, por ejemplo, si el crecimiento de los países, de sus regiones, de sus ciudades y localidades, está basado en el deterioro del medio ambiente en general o en la depredación de sus recursos naturales en particular. Llevando está argumentación más adelante, podría entonces aseverarse que el desarrollo económico es, por definición, necesariamente sostenible. Dicho de otro modo, cualquier estilo de desarrollo que se aprecie de serlo incluye implícita o explícitamente las nociones de sustentabilidad (en cuyo caso pudiera, incluso, resultar redundante hablar del desarrollo sostenible).

Resulta, por demás ilustrativo, que las nociones más recientes en materia de desarrollo económico se centren en el desarrollo humano como fin último de desarrollo (por ejemplo, reportes del desarrollo humano del Programa de Desarrollo de las Organización de las Naciones Unidas (ONU, 1993)). Estos esfuerzos de las Naciones Unidas se orientan a complementar las tasas de crecimiento económico, Producto Interno Bruto (PIB), como una amplia variedad de indicadores económicos, políticos, sociales y de Ciencias Naturales, y giran en torno a la calidad de vida de las personas.

En este reporte, la conformación del índice de desarrollo humano incluye varios indicadores ambientales, agrupadas en dos grandes categorías:

a)       Balance de recursos naturales.

b)      Medio ambiente y contaminación.

En el primer caso, se encuentran indicadores tales como la densidad de población, la superficie cultivada, la superficie irrigada, la superficie forestal (y sus grados de deforestación), evolución anual de la producción de leña, los recursos hidráulicos renovables per cápita y la extracción anual de agua potable. En la segunda categoría se contemplan las emisiones de azufre de las grandes ciudades, las emisiones contaminantes atmosféricos tradicionales, los residuos industriales en relación con el Producto Interno Bruto (PIB), el consumo de papel reciclado, la generación de residuos peligrosos y el tratamiento de aguas residuales. Otro conjunto de variables surge del perfil demográfico de los países, el cual ha sido tema central en las discusiones sobre sustentabilidad del desarrollo.

El asunto del desarrollo sostenible ha sido ampliamente abordado desde la perspectiva de la economía ambiental, en general, y de la economía de los recursos naturales, en particular. En ambos se ha contado con un sustento relativamente sólido y avanzado en teoría económica, en contraste con los tratamientos más superficiales que han popularizado las discusiones sobre el desarrollo sostenible. Si bien la complejidad de la problemática correspondiente es mayor, y en muchos casos no se le dio la importancia debida – como es el caso de la contaminación en las grandes ciudades del mundo, de las cuales la ciudad de México es un ejemplo – esto no significa que lo sostenible o sustentable no haya sido abordado por la economía ¿hacia dónde apunta, pues la sustentabilidad?

¿Qué es lo sostenible en el desarrollo?

Si bien el desarrollo explícitamente involucra sustentabilidad -  el Banco Mundial considera que “El desarrollo sostenible es un desarrollo que dura” – los crecientes niveles de deterioro ambiental, aunados a la marcada tendencia a ignorarlo, ha puesto los reflejos sobre la opción de lo sostenible: ¿Qué tanto puede ser sostenido el desarrollo? está preocupación ha estado presente desde la aparición de los Límites de Crecimiento (1972) por el Club de Roma, a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Banco Mundial, 1992), pasando por la publicación de Nuestro Futuro Común (1897).

De lo anterior, se deriva un aspecto central de las discusiones sobre la sostenibilidad, y se refiere a la distribución intergeneracional de los costos y beneficios del crecimiento y desarrollo. En este sentido, se está estudiando la posibilidad de incluir la vertiente ambiental en las contabilidades de los países (México es uno de ellos), de tal forma que se logre un acercamiento más real a los verdaderos costos del saneamiento ambiental, y de lo que se está heredando a la presente y futuras generaciones. Esto conlleva la necesidad de que la evaluación de programas y proyectos consideren costos y beneficios sociales completos. El crecimiento económico derivado de los procesos productivos altamente contaminantes, o de prácticas agrícolas y forestales inapropiadas, aunado a la ausencia de medidas y acciones específicas para abordar este deterioro, propicia que existan beneficiarios de este crecimiento, así como grupos que se ven adversamente afectados por el mismo. Esto introduce la noción de externalidades positivas y negativas al estudiar el crecimiento económico y sus vínculos con el medio ambiente. En términos de la perspectiva más comprensiva de desarrollo económico, todos estos asuntos necesariamente deben considerarse en conjunto. De aquí la importancia de la evaluación seria y rigurosa de los costos y beneficios ambientales netos.

Las nociones anteriores de desarrollo y de sustentabilidad requieren de una perspectiva multidimensional para ser propiamente entendidas. Las interdependencias entre los diferentes componentes, las disyuntivas, las discusiones sobre derechos de propiedad, el tratamiento de los bienes públicos, las políticas de precios y subsidios a la actividad económica, las políticas tecnologías, la cultura, los estilos o modelos de desarrollo, la ética y la moral, entre otros aspectos, necesariamente deben considerarse de manera comprensiva para su debido estudio.

Si bien el énfasis sobre las interdependencias entre crecimiento económico sido sistemas ambientales es realmente reciente – podría situarse real desde la década de 1960 hasta la fecha – su estudio explícito e implícita o se remonta mucho más atrás (Pearce y Turner, 1990). Dada su propia naturaleza, los asuntos ambientales gravitan sobre la frontera de los sistemas económicos y los naturales; de aquí y su inherente complejidad de incertidumbre. Más que un enfoque en particular la interrelación entre la economía y el medio ambiente necesariamente debería de verse desde una perspectiva plural, dejando atrás enfoques estrechos que dificultan un estudio más analítico de los principales asuntos en consideración.

La contribución de la economía hace que el estudio del medio ambiente pueda verse prácticamente en todas las escuelas del pensamiento económico. En ese sentido se considere en la economía clásica (la que cubre parte de los siglos XVIII y XIX) – y su preocupación con el crecimiento a largo plazo, especialmente en el caso de Malthus y su inquietud con el asunto del crecimiento de la población, vis a vis, la disponibilidad de recursos y alimentos - hasta las disposiciones más recientes entre ecología y economía, como la perspectiva coevolucionaria.

Escuela neoclásica y desarrollo sostenible.

Muchas de las medidas económicas prevalecientes durante la década de 1980 y principios de la de 1990, se han apoyado ideológicamente en la escuela neoclásica (1870-1950, aproximadamente). Está escuela de pensamiento introduce el análisis marginal, donde cobrar gran relevancia los cambios pequeños de incrementales, y deja de lado la preocupación clásica en torno a largo plazo. En esta corriente, la producción se hace girar en torno a los recursos productivos como capital, fuerza de trabajo, tecnología, recursos naturales y calidad ambiental.

En la que la producción dependa de la calidad ambiental se conoce como productividad ambiental, y dan lugar a reflexiones importantes para el estudio del desarrollo sostenible (Pezzey,1992). Queda claro que de difícilmente se puede hablar de una sustentabilidad sin altas tasas de crecimiento que conllevan a una depredación de los recursos, si se finca en un severo deterioro ambiental, o sea se asocian a una exhibición de los propios recursos de capital. En este sentido, la sustentabilidad se inscribe directamente en el propio modelo de crecimiento económico, pero ha faltado hacerla más explícita y operativa. Aquí se ubican los esfuerzos por desarrollar contabilidades nacionales verdes, que den cuenta de los impactos ambientales (Pearce, 1994). Nuestro país avanza paulatinamente en esta dirección.

Apoyándose en la economía neoclásica convencional, Pezzey logra hallazgos con grandes implicaciones entre las discusiones y políticas de desarrollo sostenible. El progreso técnico inadecuado y el acceso abierto de indiscriminado de los recursos ambientales, pueden ser factores cruciales para la insostenibilidad, en los casos en los que los recursos no renovables son esenciales. La intervención gubernamental – en forma de subsidios o impuestos – puede ser favorable al medio ambiente, que se orienta la conservación y el control; o desfavorable, si se alienta a la exhibición de los recursos. Concerniente a los recursos naturales renovables, el crecimiento de la población bien puede verse como una amenaza a la sustentabilidad, con fuertes vínculos entre la pobreza y el deterioro ambiental, lo que en conjunto requiere de la atención gubernamental. A su vez, también se ha encontrado causalidad entre los niveles de ingreso per cápita y los daños ambientales. En este contexto un es de gran importancia el asunto de los derechos de propiedad, el sistema de precios y la distribución de ingresos.

Algunos conceptos básicos de economía ambiental.

Tal como se indicó anteriormente gran parte de las discusiones en la actualidad se hacen pasar como relativas al desarrollo sostenible, ya había sido abordadas en la bibliografía de la economía ambiental y de los recursos naturales; bastaría con revisar alguno de los conceptos y principales interrelaciones derivados de estas áreas, así como su utilidad en el entendimiento de la sustentabilidad del desarrollo. Un ejemplo de esto es el estudio de los impactos internacionales de la contaminación ambiental, que no puede ser contenida enteramente dentro de las esferas nacionales. La degradación en la calidad del agua, del aire, el uso de los plaguicidas, la problemática causada por ríos internacionales como el Danubio en Europa, o el río Grande/Bravo entre México y Estados Unidos. Es común que unos ocasionan la contaminación y otros sufren las consecuencias. Así pues, la producción y distribución de bienes y servicios propicia lo que en teoría económica se llaman externalidades, en las que intencionalmente puede beneficiar y perjudicará a terceras partes.

El desarrollo sostenible requiere de una perspectiva multidimensional y dinámica. El análisis económico tradicional maximizar las utilidades de individuos (consumidores o empresas) sujetas a restricciones de recursos limitados y escasos. En general, la aplicación de los principios económicos lleva a los mercados al uso eficiente de los recursos. Los sistemas de mercado basan su eficiencia en derechos de propiedad bien establecidos que prevengan externalidades en consumo producción, mediante la aplicación de sanciones o que propicie la exclusión en el consumo. Desafortunadamente, el medioambiente los recursos naturales, en general, no tienen mercados bien definidos.

La inexistencia de mercado está intrínsicamente relacionada con la naturaleza de estos recursos. El aire es un buen ejemplo de la ausencia de propiedad. Y como lo es posible que alguien se proclame como su propietario. Está característica es común para otros recursos naturales, tales como el agua, las especies marinas y bosques, entre otros. La no existencia de un propietario propicie el abuso en el uso y consumo, tanto del medio ambiente como de los recursos naturales.

Derechos de propiedad

En un sistema de economía de mercado, en el que bienes y servicios intercambian entre productores y consumidores, es necesario que en la compraventa se intercambien, además de la propiedad física de los bienes, los derechos para utilizarlos. Los derechos de propiedad son una condición necesaria para el comercio; no se concibe la compra de un producto sin la certeza de que se utilizará. La noción de los derechos de propiedad implica el derecho de utilizar que se dieron en la forma que la persona lo desee. Sin embargo, es posible que la manera en que lo utilice posee consuma algunos bienes afecte al bienestar de las otras personas. Por ejemplo, al consumir también de su propiedad un individuo está haciendo un uso de su derecho de propiedad; adicionalmente, si la producción es de bien conlleva el desperdicio de sólidos y humos con un olor desagradable, está afectada en forma negativa el bienestar de sus vecinos. En este caso, al hacer uso de esos derechos de propiedad, se está afectando otros individuos.

Para eliminar algunos problemas relacionados con la propiedad y uso de los bienes, como la manera en que afectan al bienestar de otros individuos, es necesario que los derechos de propiedad estén bien definidos respecto al uso de los bienes y a las restricciones que se aplican a los propietarios y no propietarios. Randall (1987) sugiere que los derechos de propiedad de contener las siguientes características:

a)       Completamente especificados.

b)      Exclusivos.

c)       Sancionables.

Los derechos de propiedad completamente especificados informan tanto sobre los derechos que acompañan a la propiedad del bien como sobre las recepciones a los derechos de uso y los castigos por su violación. La exclusividad de los derechos de propiedad asegura que el propietario tiene el derecho total de tomar acciones que protejan a su bien, por lo que su uso será únicamente del propietario y las personas que el indique.

Por otro lado, los derechos de propiedad deben ser transferibles; es decir, en el momento de una venta, el comprador adquiere todos los derechos de uso de este, lo que implica que no solo es importante la transferencia física, sino también la transferencia de los derechos a utilizar ese bien. Los derechos deben ser sancionables, y las sanciones por afectar los derechos de propiedad debe aplicarse.

Existe una interrelación entre la economía y los derechos de propiedad, por la necesidad de que una compraventa tenga especificados los derechos de uso exclusivo de la propiedad. La exclusividad de un bien, otorgada por la propiedad de este, permite que el dueño lo utilice o consuma a su conveniencia y en caso de que alguien viole su propiedad, la ley lo protege al asignar un castigo para quien traspase los derechos de propiedad. Asimismo, el propietario está obligado a hacer uso del bien de acuerdo con lo que marca la ley. Como se mencionó anteriormente, tanto los recursos naturales, como el medio ambiente, carecen de derechos de propiedad bien establecidos.

Bienes privados y bienes públicos.

Una clasificación adicional que se incluye dentro del área de economía ambiental es la distinción entre bienes privados y bienes públicos. Los bienes privados tienen dos características: exclusividad y rivalidad. La rivalidad implica que una vez que se consume el bien por el propietario, éste ya no podrá ser consumidos o utilizado por nadie más. El consumo de un bien por un propietario reduce la existencia de ese bien en una unidad. La exclusividad otorgada por los derechos de propiedad es una característica de los bienes privados, los cuales se consumen en forma individual por una persona. Los artículos que le compran para consumo personal tales como alimentos, vestidos, automóviles, entre otros son ejemplos de bienes privados.

La contraparte los bienes privados o los bienes públicos, los que tienen por característica en los ser exclusivo y no rivales en su consumo. Ganó explosividad del bien público sugiere que el bien puede ser consumido por cualquier persona, sin excluir a nadie en su consumo; mientras que la rivalidad no implica que el consumo de ese bien por una persona no reduce el consumo de este a las demás personas. Los bienes públicos pueden ser ofrecidos por la naturaleza, el gobierno o particulares. Ejemplo de bienes públicos o la defensa nacional, el aire, la educación, etcétera.

Hubo una diferencia interesante entre los bienes público y privado sur es la existencia de un sistema de mercado para los bienes privados, en el cual existen precios para compararlos y venderlos. De la compraventa de estos bienes, están asignados los derechos de propiedad. En el caso de los bienes públicos la no exclusividad crea un problema para un mercado que o funcione con base en el precio, ya que una vez que el bien público es producido, un gran número dos personas se beneficiaran, paguen o no por él.

Una variante del problema de no exclusividad de los bienes públicos encuentra en la imposibilidad de excluir en el consumo del bien a personas que no varía por su utilización; a esas personas se le conoce como free riders. Por ejemplo, un bien público como el alumbrado público, financiado con una cooperación de los vecinos, será provisto por el gobierno; sin embargo, no se podrá excluir del consumo de este bien a los vecinos que no valen por la instalación de este. Los residuos que no pagan por este servicio – y sin embargo lo disfrutan – son los free riders.

Alternativamente, los bienes públicos pueden convertirse en bienes congestionables. Estos son bienes que, después de que un cierto número de personas los consume simultáneamente, ocurre una congestión en el consumo de estos. La congestión por el mal uso o consumo del bien afecta al consumo o utilización que de él hacen todas las personas. La dificultad para excluir a personas del consumo de bienes públicos propicia el congestionamiento en su consumo. En algunos de estos casos, el sistema de precios emerge como una solución a este problema de congestionamiento; un ejemplo sería la utilización de una carretera. El uso de ella no reduce la disponibilidad de estas para otras personas; sin embargo, después de cierta cantidad de vehículos en circulación, la congestión de la carretera reducir la fluidez del tráfico. Como una solución al problema de congestionamiento, han surgido empresas privadas a través del sistema de mercado, para proporcionar carreteras de cuota, en las cuales se cobra por el uso de la carretera, excluyendo mediante un precio, a los conductores de vehículos que no deseen pagar por circular en está.

Externalidades.

En algunas ocasiones, en el proceso de producción, distribución y consumo de ciertos productos, existen efectos colaterales que afectan el bienestar de personas o empresas no directamente relacionadas con el proceso de elaboración del producto, o con el consumo de este. A estos efectos se le conoce como externalidades. Las externalidades se definen como los efectos no contemplados en el mercado de las actividades de producción y consumo; es decir, las externalidades no están sujetas a ningún precio.

Las externalidades son de dos clases: las generadas por el consumo en las generadas por la producción. La externalidad de consumo es aquella en la que el bienestar de un individuo se ve afectado por el consumo de un bien por parte de un consumidor. Por ejemplo, al fumar un cigarrillo una a persona afecta el bienestar de u otra con el humo de este. Una externalidad de la producción ocurre cuando una fábrica afecta el bienestar de otros individuos a través de su producción. Por ejemplo, una planta cartonera que afecta con sus olores a los vecinos.

Otra clasificación de externalidades considera las positiva y las negativas. Una externalidad positiva ocurre cuando el bienestar de una persona o empresa es afectado positivamente por las acciones de otra persona o empresa. Ejemplo de esto es el aumento en el bienestar de un vecindario por la existencia de un jardín bien cuidado por algunos vecinos. Una externalidad negativa se da cuando el bienestar de una persona resultó afectado negativamente por las acciones de otros. Los mejores ejemplos al respecto son los relacionados con la contaminación.

Sí las externalidades son positivas provocan beneficios para el productor y para otros por zonas, éstas eran producidas en una menor cantidad menor que lo deseado. Por otro lado, si la externalidad negativa, no forma parte de los costos de las empresas o de los consumidores; entonces está externalidad se producirá en cantidad mayor a las que se desean en el mercado.

Pearce y Turner (1990) indican que las externalidades son, generalmente, la falta de definición de los derechos de propiedad, la falta de aplicación de las sanciones de los derechos de propiedad, o la imposibilidad de exclusión. Estos proporcionan un ejemplo de contaminación el cual dos individuos A y B. El individuo B produce cierto producto cuya elaboración contamina el aire. Ambos individuos tienen derecho a la atmósfera. Sin embargo, los derechos de propiedad de la atmósfera no están establecidos. En este ejemplo el individuo A utilizar el aire que B contamina sin considerar como parte de sus costos el daño hecho la atmósfera. En ausencia de regulaciones, B no tiene ningún incentivo para reducir el volumen de la externalidad que produce. Y por otro lado A, no tiene forma de exigir que B no contamine.

Sin embargo, este problema tendría una óptica diferente si alguien tuviera la propiedad de la atmósfera por ejemplo si el individuo A tuviera los derechos de tener aire limpio, podría sancionar y exigir que se sancione al individuo B por el daño que está sufriendo. En este caso el individuo B el cual contamina, debería internalizar los costos de contaminar. De igual forma SI B tuviera los derechos de uso de atmósfera entonces él podría cobrar de al individuo A por utilizar aire limpio. De esta manera, A tendría que pagarle a B para que no contaminara.

Control de los problemas ambientales.

Como se ha definido hasta ahora el concepto de desarrollo implica la producción de bienes y servicios para brindar un mayor bienestar y progreso económico de las naciones; la gran mayoría de la producción de bienes está ligada a un pago monetario por los mismos. Sin embargo, se disfruta de algunos bienes y servicios que están relacionados con el bienestar de la sociedad, más no estar en venta. La interdependencia en la producción y existencia de estos dos tipos de bienes fundamental desarrollo económico. Es decir, el bienestar de nación está relacionado con la mayor producción de bienes y servicios; una gran arte de esta producción la realizan los particulares. El incentivo para esta producción está dado por el sistema de mercado. Las fallas del mercado para incluir los costos del medio ambiente en las decisiones de consumo y producción generan la base para la intervención del gobierno, a través de mecanismos de regulación tendentes a lograr forzar la internalización de los costos.

Una manera de corregir la creación de externalidades y transferencia de costos es la de forzar a los productores y consumidores a externalizar todos los costos inherentes a la actividad económica. Con esto, lo que se busca es que las empresas y las personas consideren el problema que están creando como una variable de decisión en su actividad económica. Dentro de las formas más utilizadas para interiorizar los costos se encuentran:

a)        Impuestos.

b)      Normas.

c)       Subsidios.

d)      Permisos de mercado.

A continuación, se describe cada uno de estos mecanismos.

El impuesto por contaminar es un costo directo asociado al acto de contaminar. Es una forma de responsabilizarse por el daño que se hace a otras personas o, visto de otra manera, es el cargo que se hace a los agentes contaminadores por contaminar el recurso del aire limpio. El objetivo de colocar un impuesto es incrementar los costos y reducir la cantidad del bien que se produce.

Las normas son la forma más común de regulación ambiental. El establecimiento de las normas implica la fijación de niveles máximos de contaminación o explotación de un recurso que deben ser respetados. Normalmente, se establece bajo un criterio médico o de ingeniería. Las normas requieren el establecimiento de una agencia gubernamental que vigile la actividad de los productores de contaminantes y que sancione con las penas establecidas. Un problema adicional a la implementación de las normas es que deben ser colocados, de tal manera, que se produzca una solución económicamente eficaz. Este tipo de regulación los solamente determina el nivel de contaminante emitido, sino que además puede controlar el proceso con el que se produce el contaminante.

Los subsidios a la reducción de contaminantes son otra alternativa que el gobierno tiene para controlar la contaminación. Extorsión trato de reducir el nivel de contaminación por medio de la asignación de un subsidio para aquella empresa que contamine por debajo de un nivel determinado.

El problema básico de esta forma de control es que este tipo de subsidio es una transferencia a los productores, es similar a una reducción en costos, y mientras no cambie de precio del viento, se traduce en ganancia para las empresas. Estas ganancias con bajo nivel de contaminación son un incentivo para que otras empresas entre al mercado de este producto, lo cual puede traer como consecuencia un aumento de producción. Este aumento conlleva mayores niveles de contaminación. Por esta razón, en la mayoría de los casos, los subsidios deben ser aplicados con mucha cautela, debido a que el efecto final puede ser totalmente opuesta al que se deseó originalmente.

Los permisos transferibles de mercado son similares a las normas. El objetivo de este permiso controlar la contaminación al medio ambiente y la sobreexplotación de los recursos naturales, por medio de la compraventa de permisos entre los agentes contaminadores o productores. La idea de este sistema es que el poseedor de cada permiso puede contaminar a este nivel que indique el mismo. En caso de que la empresa contamine a niveles mayores a los estipulados, requerida de permisos adicionales, mismos que podrá comprar de otras empresas productoras. Se hizo muchas las empresas contaminadas sin permiso suficientes, pronto el precio de estos su vida, elevando el costo por contaminar. El aumento de los costos por contaminar externala selectivo para que la empresa adoptar medidas de control ambiental.

Los permisos transferibles de mercado incentivan a las empresas más eficientes a reducir en mayor proporción las emisiones contaminantes para aprovechar el mercado de permisos. El sistema de permisos transferibles en el mercado requiere de control y supervisión de una institución de gobierno. Operativamente está institución de establecer los objetivos a lograr en términos de contaminación o explotación de un recurso. El primer paso es definir el tamaño de mercado que será cubierto con estos permisos, a través de la fijación del estándar de contaminación que va a ser permitido en un área determinada. El siguiente paso es decidir cómo des se distribuirán inicialmente los permisos. Generalmente se distribuyen gratuitamente entre las compañías productoras del aria.

Si una empresa tiene permisos por una cantidad mayor que sus emisiones contaminantes, podrá vender parte de sus permisos a otras empresas. Adicionalmente, la institución gubernamental deberá monitorear adecuadamente el nivel de contaminación, de tal manera que se castigue a las empresas que contaminen a un nivel mayor del autorizado por los permisos que posean. Ese sistema incentivo, a través del mercado, la disminución de la contaminación en áreas severamente afectadas, ya que sí se coloca un número restringido de permisos, las empresas más contaminantes enfrentar a mayores costos de las menos contaminantes perdiendo con ello competitividad.

Otro incentivo de mercado para reducir la contaminación es el valor que tienen los materiales, tales como botellas de vidrio, aluminio, papel, cartón. El valor de desecho de estos productos produce un incentivo para que individuos y empresas los reutilicen o los vendan como material para reciclar. Un costo importante para el reciclaje de estos materiales es su recolección; en este sentido, algunas ciudades norteamericanas han establecido el cobro de un impuesto por cada botella de vidrio y latas de aluminio. Este impuesto es recuperable en el momento en que se devuelvan los envases vacíos.

Valoración ambiental.

Como se mencionó anteriormente, en ocasiones es necesario que el gobierno regule la actividad económica de empresas y consumidores, para reducir los daños causados a los recursos naturales y al medioambiente. Sin embargo, está regulación o se puede colocar bajo criterios simplista de asignar un costo por contaminación para que la empresa asuma los costos de los daños al medio ambiente. Para que las medidas de control sean eficaces, se requiere la valoración de los años y corregidos por la sobreexplotación del recurso o como la contaminación del medio ambiente.

La valoración de los recursos naturales es una parte muy importante de los esfuerzos para su conservación. El Valor de los recursos naturales y del medio ambiente debe considerar tanto su Valor económico presente como el futuro. El medioambiente tiene un Valor intrínseco en el presente el futuro. Hartwick y Olewiler (1986), en la dedicatoria de su libro, expresan que “los recursos naturales y el medio ambiente, más que una herencia de nuestros Padres son un préstamo de nuestros hijos”. Desafortunadamente la pobreza y la inestabilidad económica promueven que las personas de menores ingresos de gran que utilizar hoy los recursos naturales y el medio ambiente sin cuidados para el futuro. Esto se refleja en la explotación excesiva de bosques, recursos marinos y contaminación del agua y aire, que promueve resultados contrarios a los de sostenibilidad.

Las políticas ambientales tienen por objetivo lograr la correcta combinación de huesos del medio ambiente. Para esto, se requiere la evaluación de costos y beneficios de los distintos usos del recurso. Estos análisis requieren la determinación del Valor económico de estos bienes. Para lo que se necesite información que no se encuentra disponible, debido a que muchos de los componentes del Valor de los recursos naturales y medio ambiente no son determinados por el mercado. En estas situaciones, los datos deben ser obtenidos mediante encuestas que se dirija a los usuarios y no usuarios del recurso. Existen distintos métodos estadísticos para valorar los recursos carentes de mercado. Entre los métodos estadísticos más usados tenemos el método del costo del viaje y la valoración contingente.

El método del costo de viaje se utiliza para valorar bienes que tienen un Valor de creativo como los lagos, ríos y bosques entre otros. Mediante una encuesta se pregunta a las personas cuantas veces al año asisten a lugar, y el gasto aproximado en el que incurren, así como su ingreso y otras variables.

La valoración contingente se basa en la respuesta de los individuos a preguntas con circunstancias contingentes en un marcado artificialmente estructurado (Stoll, 1983). La encuesta se le presentan al entrevistado diferentes mercados hipotéticos. En el caso de la contaminación al aire, se les interroga sobre el valor que estarían dispuestos a pagar por contar con aire limpio, o bien se les pregunta acerca del valor que salían dispuestos a aceptar por cierto nivel de contaminación; de esta manera, es posible obtener un valor aproximado de la contaminación del aire.

La valoración ambiental es determinante, y seguramente tendera a serlo más en el futuro. En la actualidad, la mayoría de los países desarrollados requieren estudios de impacto ambiental para autorizar nuevos proyectos económicos. Esto se ha observado crecientemente en los países menos industrializados, los cuales, además de sus requerimientos nacionales, tienen que incluir estudios de impacto ambiental cuando solicitan créditos a organismos internacionales. La estimación de los costos y beneficios ambientales directos e indirectos es y será siempre más fácil de enunciar en el papel que en la realidad (Serageldin.1995). la protección ambiental representa un valor intrínseco, más allá del valor que le puedan asignar los seres humanos. Existen, pues, diferentes percepciones, y alguna estimación habrá de hacerse para ellas.

Los diferentes métodos estadísticos para valorar el medio ambiente no están libres de error, y han sido criticados por no considerar cuestiones de moral e intereses políticos, entre otros asuntos. Sin embargo, aun cuando estos métodos de valoración no son infalibles proporcionan información necesaria para la determinación de políticas ambientales, tendentes a evitar la sobrepoblación de los recursos naturales del medio ambiente.

Conclusiones.

El tema de desarrollo sostenible ha sido abordado desde una amplia perspectiva. El término mismo no está exento de dificultades conceptuales: ¿se trata de desarrollo sostenible, sustentable o sostenido? Aun cuando los términos son distintos semánticamente, ha sido común usarlos de manera intercambiable. Algunos enfoques se derivan de las ciencias naturales, pero también existen contribuciones de la ingeniería, sociológica, política, y por supuesto de la economía. Esto propicia que, a menudo, se den diferencias en las percepciones de lo que constituye un problema de desarrollo sostenible, y, en consecuencia, de las soluciones correspondientes.

Más aún dichas diferencias pueden llegar a ser irreconciliables en la medida en que un grup0o persiga determinados fines, sin consideración alguna de las variadas y complejas interrelaciones derivadas de estas diferentes percepciones o puntos de vista en torno al desarrollo sostenible. Un ejemplo de esto seria las posturas de grupos ambientalistas radicales quienes quisieran un medio completamente verde, sin considerar del todo las necesidades de producción y de empleo para la población. En el caso de México, y aun cuando es deseable, un gran número de empresas tendrían dificultades para atender los reclamos de mayores inversiones en favor del medio ambiente; los pagos de nómina, o el de sostenerse a flote, seguramente, es tan o más apremiante que las consideraciones ambientales. Aún para las empresas grandes, no está del todo claro que los recursos destinados al medio ambiente sean una inversión, sino que en la mayoría de los casos han sido considerados como un costo.

Otro ejemplo es la calidad de vida de las ciudades. Es posible lograr el consenso de las autoridades locales respecto a contar con un medio ambiente más limpio. Sin embargo, si ello implica reubicar o cancelar la operación de fábricas altamente contaminantes, si ello implica reubicar o cancelar la operación de fábricas altamente contaminantes o grandes consumidoras de energéticos, la decisión dista de ser sencilla. Estas empresas generan empleos, contribuyen con impuestos, quizá capten divisas, o simplemente la situación de coyuntura les dificulte un movimiento de esa naturaleza. Es decir, si entre sus múltiples facetas, el desarrollo sostenible se relaciona con la limpieza del medio ambiente, está no es tarea gratuita, sino que también representan un costo.

El comercio internacional, proporciona otra arena de discusión interesante para ilustrar las complejidades y las frecuentes disyuntivas o conflictos vinculados al concepto de desarrollo sostenible. Según Pearson (1993), prácticamente todas las discusiones sobre comercio y medio ambiente se ubican dentro de cuatro grandes categorías:

a)       Los impactos comerciales de las regulaciones ambientales sobre la producción.

b)      Los impactos comerciales de los estándares sobre productos relacionados con el medio ambiente.

c)       El uso de medidas comerciales para alcanzar objeticos ambientales internacionales.

d)      Los impactos ambientales del comercio y liberación comercial.

De acuerdo con este mismo autor, los dos primeros puntos ha se habían mencionado desde los principios de la década de los 70’s, si bien desde la perspectiva comercial, y no desde consideraciones ambientales. Los últimos dos aspectos, escasamente abordados durante esos años, han generado una serie de controversias.

Algunas de las más recientes discusiones sobre competitividad internacional de los países, sectores, regiones y localidades en particular, están siendo ampliamente analizadas desde la dimensión ambiental. En este marco podrán ser incluidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el acuerdo paralelo sobre medio ambiente, así como la implantación de la norma ISO 14000 como certificación de calidad ambiental para las empresas. En esta pugna comercio- medio ambiente hay cabida a la más amplia variedad de intereses (y los consecuentes conflictos de los distintos actores involucrados). Más particularmente, estas discusiones sobre medio ambiente, conducentes a una mayor sustentabilidad del desarrollo, tienden con medidas de corte proteccionista. Por otro lado, una mayor apertura o proteccionismo, bien puede conducir a diferentes niveles de deterioro ambiental.

Las diferentes sobre desarrollo sostenible no son enteramente nuevas en el estudio de la economía y, en consecuencia, tampoco lo son muchas de las disyuntivas que emergen de tales discusiones.


Bibliografía

Aguilar Barajas, I., Gómez Cavazos, I., & Gutiérrez Garza, N. (1997). Capitulo 24 Algunos asp4ectos del desarrollo sostenible. En Ciencia Ambiental y Desarrollo Sostenible (págs. 527 - 538). México: International Thompsom. Recuperado el 16 de diciembre de 2019



domingo, 15 de diciembre de 2019

Desarrollo sustentable. Definiciones, principios, políticas.


Un poco de luz en la economía: el desarrollo sustentable según Herman E. Daly

La economía es una ciencia que tiene que ver con gran parte de las actividades que realizamos, tanto en comunidad como incluso en forma aislada. Por tal razón, además de los economistas profesionales, casi cualquier ciudadano se anima a – o debe – formular afirmaciones son reflexiones de carácter económico. La prudencia más elemental, sin embargo, obliga a tomar permanentemente en cuenta la opinión de quienes se han formado de forma sistemática en esta disciplina.

Hay un problema serio para que admitamos que un economista nos guíe por la vida. Los intereses en juego son fuertes y se corre el riesgo que un economista devenga gurú con demasiada facilidad, lo cual quiere decir que pontifique sobre los temas sin sentirse obligado a demostrar racionalmente sus puntos de vista. El gurú moderno, no obstante, se equivoca más de lo que acierta y con sus errores arrastra la credibilidad de una profesión entera. Finalmente, abre la puerta para que todos opinemos sobre todo y e n lugar de construir consensos, diseñemos espacios donde nos bloqueamos mutuamente y aportamos a que nada cambie. Por este motivo es importante identificar economistas en quien confiar.

¿Qué criterio aplicar?

En algún momento el economista expondrá algunos juicios de valor que le ayudan a definir su marco conceptual. Por supuesto, uno buscara que esos juicios coincidan de la mejor manera con los propios. Pero luego, expondrá sus argumentos. Y allí deberá estar nuestra mirada atenta para advertir el esfuerzo que el interlocutor haga para evitar imponernos definiciones o axiomas que nos alejen de la posibilidad de seguir razonamientos lógicos que nos lleven a escenarios que no son más que autos de fe.

Herman Daly es un economista que cumple con estas características. Hace más de 30 años que cuestiona la economía neoclásica desde los valores y mucho más, desde las herramientas analíticas que utiliza.

Introducción.

Comienzo considerando dos definiciones alternativas de sustentabilidad (la basada en la utilidad contra la basada en el flujo total) y ofrezco razones para desechar la primera y aceptar la última. A continuación, conceder el concepto de desarrollo como se lo acepta normalmente (crecimiento del Producto Interno Bruto pautado por la integración económica global) y explicó un porque él mismo se entera en conflicto con la sustentabilidad, así como con las premisas de la ventaja comparativa. Después me dirijo a la necesidad más General de introducir el concepto de flujo total de la teoría económica, haciendo notar a las consecuencias negativas, tanto para la micro como para la macroeconomía, de haber ignorado el concepto. Finalmente, considero alguna implicancia de política para el desarrollo sustentable que surgen de una teoría económica más adecuada. Estas políticas (reforma del impuesto ecológico y/o límites de contaminación y comercio del derecho a emisiones no realizadas) están basadas ante todo en el principio de la frugalidad, antes que en la eficiencia.

Definiciones.

Exactamente, ¿qué se supone que se sostiene en el desarrollo “sustentable”? Se han dado dos grandes respuestas: Primero, la utilidad debe ser la sostenida. Esto es: la utilidad de las futuras generaciones no debe ser declinante- El futuro debería ser al menos tan bueno como el presente, en términos de su utilidad o de la felicidad que se experimente. La utilidad aquí se refiere a la utilidad per cápita de los miembros de una generación.

Segundo, el flujo total debe ser sostenido. Esto es: El flujo físico desde las fuentes naturales, a través de la economía y de vuelta a los sumideros naturales, no debe ser declinante. Más exactamente, la capacidad del ecosistema de sustentar esos flujos no debe disminuir. El capital natural[1] debe mantenerse intacto. El futuro será al menos tan bueno como el presente, en términos de su acceso a los recursos biofísicos y a los servicios provistos por el ecosistema. El flujo total aquí se refiere a lo sucedido a toda la comunidad a lo largo de un cierto período de tiempo (o sea: el resultado de multiplicar el flujo total per cápita por la población).

Estos son dos conceptos totalmente diferentes de sustentabilidad. La utilidad es un concepto básico en la economía estándar. El flujo total no lo es, a pesar de los esfuerzos de Kenneth Boulding y de Nicholas Georgescu-Roegen para incorporarlo. Por tal motivo, no es sorprendente que la aplicación de la utilidad ha sido la dominante.

Sin embargo, adopto la definición del flujo total y descarto la definición de utilidad, por dos razones. Primero la utilidad no es mensurable. Segundo, de manera más importante, aún si la utilidad fuera mensurable, no es algo que podamos legar al futuro. La utilidad es una experiencia, no una cosa. No podemos legar la utilidad o la felicidad a las generaciones futuras. Les podemos dejar cosas, y en menor medida conocimiento[2]. Si las futuras generaciones son felices o miserables con estos obsequios, simplemente no está bajo nuestro control. Definir la sustentabilidad como un legado intergeneracional no declinante de algo que no puede ser ni medido ni donado expresamente me golpea como algo no operativo[3]. Me apresuro a aclarar que no es que crea que la teoría económica se las pueda arreglar sin el concepto de utilidad. Simplemente pienso que el flujo total es un concepto mejor a partir del cual definir la sustentabilidad.

Esta aproximación define en términos de algo mucho más mensurable y transferible entre generaciones: la capacidad de generar una transferencia desde y hacia la naturaleza.[4] Además, este concepto describe el flujo metabólico por el cual vivimos y producimos. La economía en su dimensión física se compone de cosas: población de seres humanos, ganado, máquinas, construcciones y artefactos. Todas estas cosas son lo que los físicos llaman “estructuras disipativas” que se mantienen contra las fuerzas de la entropía[5] mediante un flujo desde el entorno. Un animal solo puede mantener su vida y su estructura organizativa por medio de un flujo metabólico a través de un tracto digestivo que lo conecta con el ambiente en ambos extremos. Lo mismo sucede con todas las estructuras disipativas y su concepto agregado: la economía humana.

Los economistas son muy afectos a una visión de flujo circular de la economía, inspirada en la circulación de la sangre descubierta por William Harvey en 1628, enfatizada por los fisiócratas y reproducida en el primer capítulo de cualquier texto de aprendizaje de economía. De algún modo el tracto digestivo ha inspirado menos a los economistas que el sistema circulatorio. Si pudiera existir un animal con sistema circulatorio y sin tracto digestivo, sería una máquina de movimiento perpetuo. Los biólogos no creen en el movimiento perpetuo. Los economistas parecen haberse dedicado a mantener la mente abierta al respecto.

Llevar el concepto de flujo total a los fundamentos de la teoría económica no transforma la economía en física, pero fuerza el reconocimiento de las restricciones que las leyes físicas imponen a la economía. Entre otras cosas, fuerza el reconocimiento que “sustentable” no puede significar “para siempre”.[6] La sustentabilidad es una manera de sostener el valor de la longevidad y de la justicia entre generaciones, a la vez que se reconoce la mortalidad y los límites de toda cosa. El desarrollo sustentable no es una religión, aunque algunos parecen tratarla de esa manera. Ya que gran parte de los flujos intercambiados son recursos no renovables; la vida esperada de nuestra economía es mucho más corta que la del universo. La sustentabilidad en el sentido de la longevidad requiere basarse de manera creciente en la parte renovable del flujo total y una voluntad para compartir la parte no renovable entre muchas generaciones[7]. Por supuesto, la longevidad no es buena a menos que la vida pueda ser disfrutada, de modo que tenemos que dar a la definición de utilidad su lugar debido para proveer una necesaria línea de base. Dicho esto, en lo que sigue adopto la definición de sustentabilidad a través del flujo total y no tendré nada más que decir acerca de la definición de utilidad. Habiendo definido “sustentable” encaremos ahora “desarrollo”. El desarrollo podría ser definido provechosamente como más utilidad por unidad de flujo total y el crecimiento como más flujo. Pero ya que la teoría económica vigente no tiene incorporado el concepto de flujo total, tendemos a definir el desarrollo simplemente como crecimiento del PBI, un índice de valor que superpone los efectos de cambios en el flujo y en la utilidad[8]. La esperanza que el incremento vaya principalmente a los pobres o al menos derrame, se expresa frecuentemente como una condición adicional del desarrollo. Sin embargo, cualquier política sería de redistribución del PBI desde los ricos hacia los pobres es rechazada como “guerra de clases”, que es probable que disminuya el crecimiento del PBI. Además, cualquier recomposición del PBI, que vaya de los bienes privados hacia los bienes públicos (disponibles para todos, incluyendo los pobres) es habitualmente rechazada como una interferencia del gobierno en el mercado libre, aun cuando es bien conocido que el mercado libre no ha de producir bienes públicos. Se nos asegura que una marea que sube eleva todos los botes, que los beneficios del crecimiento derramarán hacia los pobres. Se sostiene aún que la llave del desarrollo es el crecimiento agregado y la llave del crecimiento agregado se piensa normalmente que es la integración económica global; el libre comercio y la libre movilidad del capital. El desarrollo orientado a la exportación es considerado la única opción. La sustitución de importaciones no es ya mencionada, excepto para ser desacreditada de manera inmediata.

Esta teoría o ideología del “desarrollo como crecimiento global”, ¿será exitosa? Lo dudo, por dos razones, una vinculada con la sustentabilidad ambiental y la otra con la equidad social.

Los límites ecológicos están convirtiendo rápidamente el “crecimiento económico” en crecimiento “antieconómico”; esto es: crecimiento del flujo total que aumenta los costos más que lo que aumenta los beneficios, haciéndonos más pobres y no más ricos. La macroeconomía no es el Todo. Es Parte de un Todo más grande, concretamente el ecosistema. A medida que la macroeconomía crece en sus dimensiones físicas (el flujo total), no lo hace en el Vacío infinito. Crece y se establece sobre un ecosistema finito, incurriendo por lo tanto en costos de oportunidad del capital natural disponible y de sus servicios. Estos costos de oportunidad (agotamiento, polución, eliminación de servicios brindados de ecosistemas) pueden ser, y a menudo son, mayores que los beneficios productivos adicionales fruto del crecimiento del flujo total que los originó. No podemos estar absolutamente seguros porque medimos solo los beneficios, no los costos[9]. Medimos sí los lamentables gastos defensivos que se hacen necesarios por los costos en que se incurre, pero hasta estos son adicionados al PBI, más que restados.

Aún si el crecimiento no acarreara costos ambientales, parte de lo que llamamos pobreza y bienestar es función de un ingreso relativo más que absoluto, o sea, de las condiciones sociales de la desigualdad distributiva. El crecimiento no puede mejorar el ingreso relativo de todos. En la medida que la pobreza y el bienestar son una función del ingreso relativo, el crecimiento resulta incapaz de afectarlas[10]. Esta consideración es más relevante cuando el margen de crecimiento se destina más a necesidades relativas (como en los países ricos) que cuando se destina a necesidades absolutas (como en los países pobres). Pero si la política para combatir la pobreza es considerada el crecimiento global, la banalidad y el derroche del crecimiento destinado a satisfacer las necesidades relativas de los ricos no puede ser ignorado. ¿Estoy diciendo que la riqueza no tiene nada que ver con el bienestar, y que deberíamos dedicarnos a ser pobres? ¡De ninguna manera! Más riqueza es seguramente mejor que menos, hasta un punto. El punto es: ¿el crecimiento aumenta la riqueza neta? ¿Cómo sabemos que el crecimiento de los flujos totales, o aún el crecimiento del PBI, no está, en el margen, aumentando los males[11] más rápido que la riqueza, haciéndonos más pobres y no más ricos? Lo malo se acumula como polución en el extremo de salida del flujo y como agotamiento del recurso en el extremo de entrada. Al ignorar los flujos la teoría económica termina tratando al agotamiento del recurso y a la polución como costos externos “sorpresa”, si es que siquiera se los admite. Incorporar el flujo total en la teoría económica como un concepto básico nos permite ver que los problemas del tipo descrito son necesariamente generados en paralelo con la riqueza. Cuando un flujo creciente genera males a mayor velocidad que la riqueza, su crecimiento se ha hecho antieconómico. Ya que a los macroeconomistas les falta el concepto del flujo es de esperar que el concepto de “crecimiento antieconómico” no tenga sentido para ellos.

En tanto el crecimiento en los países ricos puede ser antieconómico, el crecimiento en los países pobres, donde el Producto Interno Bruto (PIB) consiste principalmente de alimento, vestimenta y vivienda, es todavía muy probable que sea económico. La alimentación, la vestimenta y el refugio son necesidades absolutas, no necesidades relativas autodefinidas, para las que el crecimiento no asegura bienestar. Hay mucha verdad en esto, aun cuando los países pobres también son capaces de perjudicar se consumiendo el capital natural (acotando las minas, los bosques, las pesquerías y la tierra fértil) como si fuera un ingreso Hicksiano[12]. Uno podría legítimamente argumentar que se limitará el crecimiento de los países ricos (donde se está convirtiendo en antieconómico) para concentrar recursos en el crecimiento de los países pobres (donde es aún económico).

La política usual del FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio (OMC), sin embargo, decididamente no busque que los ricos disminuyen su crecimiento antieconómico para hacer lugar a que los pobres aumenten su crecimiento económico. El concepto de crecimiento o antieconómico permanece sin ser reconocido. Más bien la visión de la globalización requiere que los ricos crezcan rápidamente para suministrar mercados en los cuales los pobres puedan vender sus exportaciones. Se piensa que la única opción que tienen los pobres es exportar a los ricos, y para hacer eso tienen que aceptar inversión extranjera de las corporaciones que saben cómo producir los bienes de alta calidad que los ricos quieren. La necesidad resultante, DRE pagar los préstamos externos, refuerza la necesidad de orientar la economía hacia la exportación y exponer a los países deudores a las incertidumbres de flujos internacionales volátiles del capital, aceptación este tipo de cambio, a deudas impagables, a la vez que a los rigores de compartir con poderosas firmas de nivel mundial.

Para que está política funcione, toda la economía global debe crecer, porque a menos que los países ricos crezcan rápido, no tengan los excedentes para invertir en los países pobres, ni el ingreso extra con el cual compra las exportaciones de esos mismos países.

La incapacidad de los macroeconomistas de concebir el crecimiento antieconómico es muy extraña, teniendo en cuenta que la microeconomía se ocupa de encontrar el nivel óptimo de cada actividad individual. Un óptimo, por definición es un punto más allá del cual el crecimiento es antieconómico. La regle cardinal de la optimización microeconómica es crecer solo hasta en que los otros marginales igualan los beneficios marginales. Está ha sido llamado adecuadamente la regla de “cuando parar”, cuando parar de crecer, quiere dec9ir. La macroeconomía no tiene regla de “cuando parar”. El Producto Interno Bruto (PIB) se supone que debe crecer para siempre[13]. La razón para ello es que el crecimiento de la macroeconomía no se cree que colisione con nada y por lo tanto pueda incurrir en algún costo de oportunidad que límite el crecimiento. En contraste con eso, las partes micro de la economía crecen compitiendo con los recursos de otros componentes micro y por lo tanto incurren en costos de oportunidad. La macroeconomía, por el contrario, incurren en costos de oportunidad. La macroeconomía, por el contrario, se supone que crece en el Vacío infinito, nunca colisionando o desplazando nada de valor. El punto para enfatizar es que la macroeconomía es también una Parte de un mayor y finito Todo: concretamente el ecosistema. La escala óptima de la macroeconomía relativa al ecosistema que la contiene es el tema crítico respecto del cual la macroeconomía ha permanecido ciega. Esta ceguera respecto de los costos del crecimiento en escala se debe esencialmente a ignorar los flujos totales y ha generado el problema de la falta de sustentabilidad ecológica.

Crecimiento a través de la integración global: Ventajas comparativas y absolutas y confusiones vinculadas.

De acuerdo con la ideología vigente de crecimiento inducido por la exportación, la última cosa que los países pobres se supone que hagan es producir alguna cosa para ellos mismos. Cualquier exposición sobre sustitución de importaciones hoy es refutada mediante el desfile de la abusada y mal comprendida doctrina de las ventajas comparativas.

La lógica de la ventaja comparativa es irrefutable, en el marco de sus premisas. Desafortunadamente, una de sus premisas (como lo enfatiza el propio David Ricardo) es la inmovilidad del capital dentro de las fronteras nacionales. Cuando el capital es móvil, como en rigor lo es, entramos al mundo de las ventajas absolutas, donde, con seguridad, hay beneficios globales, que surgen de la especialización y el comercio. Sin embargo, desaparece toda garantía de que cada país se vaya necesariamente a beneficiar por el libre comercio y bajo una ventaja comparativa. Una forma de salir de esta dificultad sería restringir con fuerza la movilidad internacional del capital, haciendo así al mundo más seguro para la ventaja comparativa[14]. La otra forma de salir sería introducir una redistribución internacional de las ganancias globales resultantes del comercio y producto de las ventajas absolutas. Teóricamente las ganancias de la especialización en ventajas absolutas serían aún mayores que las originadas en las ventajas comparativas, porque habríamos eliminado una restricción para la maximización del beneficio de los capitalistas, esto es: la inmovilidad internacional del capital. Pero la ventaja absoluta tiene la desventaja política que no hay ya más ninguna garantía que el libre comercio habrá de beneficiar mutuamente a todas las naciones. ¿Qué solución sostiene el FMI: ventaja comparativa protegida por la inmovilidad del capital o ventaja absoluta con redistribución de las ganancias para compensar a los perdedores? Ninguna. Prefiere suponer que no hay contradicción y convoca tanto al libre comercio basado en las ventajas comparativas, como a la libre movilidad internacional del capital. Es como si la libre movilidad del capital fuera una extensión lógica del libre comercio basado en la ventaja comparativa, en lugar de una negación de su premisa. Esto es incoherente. En un mundo económicamente integrado, con libre comercio y libre movilidad del capital, además de migraciones crecientemente libres, o al menos no controladas, es difícil separar el crecimiento para los países pobres del crecimiento para los países ricos, ya que las fronteras nacionales han perdido sentido económico. Solo adoptando una aproximación al desarrollo con mayor base nacional podemos decir que el crecimiento debería continuar en algunos países, pero no en otros.

Pero el trío globalizador (FMI, BM y OMC) no puede decir esto. Ellos sólo pueden postular el crecimiento global continuo del PBI. El concepto de crecimiento antieconómico simplemente no encuadra en su visión del mundo. Ni tampoco su ideología cosmopolita reconoce a la nación como una unidad fundamental de la comunidad y las políticas, aunque su carta fundacional define al FMI y al BM como de una federación de naciones.

Ignorando los flujos totales en la macroeconomía: PBI y valor agregado.

Como se ha hecho notar, los flujos y la escala de la macroeconomía con relación al ecosistema no son conceptos familiares en la ciencia económica. Por eso, volvamos por un momento al territorio familiar del PBI y el valor agregado y aproximémonos al concepto de flujo por esta senda conocida. Los economistas definen el PBI como la suma del valor agregado por el trabajo y el capital en el proceso de producción[15]. Exactamente a que se está agregando valor es una pregunta a la cual se le presta poca atención. Antes de considerar esto, examinemos el valor agregado en sí mismo. El valor agregado se crea y simultáneamente se distribuye en el mismo proceso de producción. Por eso, los economistas argumentan que no hay una “torta” del PBI que se distribuya independientemente en base a principios éticos. Como lo ha señalado Kenneth Boulding, sin embargo, en lugar de una torta, hay solo un montón de pequeñas “tartas”, que consisten en el valor agregado por diferentes personas o diferentes países e incorporados automáticamente por los estadísticos a una “torta” abstracta que realmente no existe como una totalidad indivisa. Si uno quiere redistribuir esta torta imaginaria, debería apelar a la generosidad de aquellos que hornearon tartas más grandes, para que las compartan con aquellos que hornearon tartas más pequeñas, en lugar de referirse a alguna noción individual de participación igualitaria en una herencia común ficticia.

Tengo mucha afinidad con esta mirada, hasta aquí. Pero deja fuera algo muy importante. En nuestro foco parcial sobre el valor agregado los economistas hemos despreciado la categoría correlativa; “aquello a lo que se agrega valor”, en concreto los flujos. “El valor agregado” por el trabajo y el capital tiene que ser agregado a algo y la calidad y cantidad de ese algo es importante. Hay una interpretación real e importante, en la cual la contribución original de la naturaleza es efectivamente una “torta”, una totalidad sistémica, preexistente, que todos compartimos como una herencia. No es un agregado de pequeñas tartas que cada uno de nosotros horneó. En lugar de eso es la semilla, el suelo, la luz del sol y la lluvia, con las cuales crecieron el trigo y las manzanas, que luego hemos convertido en tartas con nuestro trabajo y capital. El reclamo para un acceso igualitario al legado de la naturaleza no es la codicia individual de lo que nuestro vecino produjo con su propio trabajo y abstinencia. El foco de nuestras demandas por contar con ingreso para redistribuir a los pobres, por lo tanto, debe ser sobre el valor de la contribución de la naturaleza, el valor original del flujo al cual se agregó posteriormente valor por medio de trabajo y capital. O, si se quiere, el valor de la baja entropía agregada por los procesos naturales a la materia neutra, elemental, al azar.

Ignorando el flujo en microeconomía: La función de producción.

Hay también una falacia en nuestra comprensión primaria de la producción como un proceso físico. Las funciones de producción neoclásicas son al menos consistentes con la definición de las cuentas nacionales del PBI, como la suma del valor agregado por el trabajo y el capital, porque normalmente establecen el producto como función de solo dos insumos: trabajo y capital. En otras palabras: el valor agregado por el trabajo y el capital en la producción es agregado a nada, ni siquiera a un material neutro sin valor. Pero no se puede agregar valor a nada. Tampoco puede ser agregado a cenizas, polvo, herrumbre o la energía del calor disipado en los océanos y en la atmósfera. Cuanto más baja es la entropía de la entrada, más es capaz de recibir el aporte de valor agregado por el trabajo y el capital. La alta entropía resiste el agregado de valor. Ya que la acción humana no puede producir baja entropía en términos netos, somos enteramente dependientes de la naturaleza para este recurso final, por el cual vivimos y producimos[16].

Problemas opuestos: No cercamos lo escaso y cercamos lo no escaso

Los economistas han considerado tradicionalmente a la naturaleza como de dimensión infinita en relación con la economía, por lo tanto, no escasa, y por tal razón se le ha asignado costo cero. Pero la naturaleza es escasa y esto se profundiza más cada día como resultado del crecimiento de los flujos.

Un concepto de eficiencia necesita que los servicios de la naturaleza sean costeados, como hasta los planificadores soviéticos tuvieron que descubrir. ¿A quién debería pagarse este costo- precio? Desde el punto de vista de la eficiencia no importa quien recibe el precio, en la medida que sea cargado a los usuarios. Pero desde el punto de vista de la equidad importa mucho definir quien recibe el precio pagado por los servicios cada vez más escasos de la naturaleza. Tal pago es la fuente ideal de fondos con los cuales combatir la pobreza y financiar los bienes públicos.

El valor agregado pertenece a quien sea que lo haya agregado. Pero el valor original de aquello a lo cual el trabajo y el capital le agregaron valor debería pertenecer a todos y cada uno. La renta por la escasez de los servicios de la naturaleza, el valor agregado por la naturaleza, debería ser el foco de los esfuerzos redistributivos. La renta es por definición un pago por sobre el precio del suministro necesario y desde el punto de vista de la eficiencia de mercado, es la fuente menos distorsiva del ingreso público.

Los razonamientos que anteceden reflejan la reflexión básica de Henry George, extrapolándola de la tierra a los recursos naturales en general. Los economistas neoclásicos han oscurecido enormemente esta simple reflexión por su negativa a reconocer la contribución productiva de la naturaleza al suministrar “aquello a lo cual se agrega valor”. En su defensa se podría argumentar que esto fue así porque en el pasado los economistas consideraron a la naturaleza como de provisión infinita (no escasa), pero ahora están comenzando a reconocer el carácter finito de la naturaleza y encuadrarla en el mercado. Nos alegramos por esto y deseamos que siga.

Aunque el principal problema que estoy discutiendo es la falta de limitación o cota para el uso de lo escaso, un problema opuesto (los límites para lo no escaso) debería ser también tenido en cuenta. Hay algunos bienes que por naturaleza son no escasos y que no compiten, por lo que deberían ser liberados del corsé ilegítimo del sistema de precios. Me refiero especialmente al conocimiento. El conocimiento, al contrario que una producción de bienes, no se divide al compartirlo, sino que se multiplica. No hay costo de oportunidad para mí al compartir conocimiento con usted. Si, perdiese el monopolio sobre mi conocimiento al compartirlo, pero los economistas hemos argumentado mucho tiempo que el monopolio es algo malo, porque crea una escasez artificial que es tanto ineficiente como injusta. Una vez que el conocimiento existe, el costo de oportunidad de compartirlo es cero y el precio por asignarlo debería ser cero. Por consiguiente, exhortaría a que la ayuda para el desarrollo internacional cada vez más tomara la forma de conocimiento libre y activamente compartido y cada vez menos la forma de préstamos a interés. Compartir el conocimiento cuesta poco, no crea deudas impagables y aumenta la productividad de los factores de producción realmente escasos.

Aunque el costo concreto de asignación del conocimiento existente es cero, el costo de producción del nuevo conocimiento es comúnmente mayor que cero, algunas veces mucho mayor. Esto, por supuesto, es la justificación corriente para los derechos de propiedad intelectual bajo la forma de monopolios de patente. Sin embargo, el insumo principal para la producción de nuevo conocimiento es el conocimiento existente y mantener a este último artificialmente caro seguramente disminuirá el ritmo de producción del primero. Esta es un área que necesita mucha revisión. Solo menciono esto aquí, y señalo mi escepticismo respecto de los argumentos habituales que defienden los monopolios de patente, muy enfatizados últimamente por los globalizadores que impulsan el libre comercio bajo la consigna de “derechos de propiedad intelectual vinculados al comercio”.

Hasta donde yo sé, James Watson y Francis Crack, no reciben regalías de patentes por haber desentrañado la estructura del ADN, probablemente el descubrimiento de la ciencia básica más importante del siglo veinte. Sin embargo, gente que está utilizando aquel monumental descubrimiento se está haciendo rica a través de monopolizar sus contribuciones relativamente triviales, que no se hubieran podido concretar nunca sin el conocimiento de libre disponibilidad provisto por Watson y Crack.

Aunque el principal objetivo de mis comentarios es colocar el concepto de escasez y de usos alternativos del capital y servicios de la naturaleza dentro de los límites del mercado, no deberíamos subestimar el problema opuesto, o sea: liberar a los bienes realmente no sujetos a competencia de su inclusión artificial en el mercado.

Principios y políticas para el desarrollo sustentable.

No estoy postulando la expropiación revolucionaria de la propiedad privada de la tierra y los recursos naturales. Si pudiéramos empezar de nuevo, estaría tentado a conservar la tierra y los minerales como propiedad pública. Pero para muchos bienes ambientales, que han sido libres y hoy son crecientemente escasos, aún tenemos una pizarra en blanco en cuanto concierne a la propiedad. Debemos llevar los servicios ambientales que no tienen dueño, y se convierten progresivamente en escasos, hacia la disciplina del sistema de precios, porque son bienes realmente de usos alternativos, en la medida que una persona impone costos de oportunidad a otras[17]. Para la mirada de la eficiencia, importa solo que se cargue un precio al recurso, no quien recibe ese precio. El precio necesario o renta de escasez que recaudemos a partir de los bienes públicos ambientales que se convierten en escasos (p. ej.: capacidad de absorción de la atmósfera, el espectro electromagnético) deberían ser usados para aliviar la pobreza y financiar la provisión de otros bienes públicos.

La forma moderna de la reflexión Georgista es aplicar un impuesto a los recursos y servicios de la naturaleza (los bienes escasos que quedan fuera tanto de la función de producción como del cálculo del PBI) y usar esos fondos para luchar contra la pobreza y para financiar bienes públicos. O simplemente podríamos entregar a los ciudadanos en general las ganancias de un fondo especial creado por estas rentas, como en el Fondo Permanente de Alaska, que tal vez sea la mejor variante institucional existente del principio Georgista. Aplicar impuestos al valor agregado por los individuos al usar su propio trabajo y capital, crea resentimientos.

Aplicar un impuesto a un valor que nadie creó – la renta de escasez de la contribución de la naturaleza – no debería crear resentimientos. En rigor, la incapacidad de aplicar impuestos a la renta de escasez de la naturaleza y la posibilidad de apropiación de ella como ingreso adicional por parte de individuos privilegiados, ha sido desde hace mucho una causa primaria de resentimiento y de conflicto social. Cargar rentas de escasez sobre el flujo de recursos naturales y redistribuir estas rentas para usos públicos, es algo que puede ser concretado por una reforma a los impuestos ecológicos (trasladando la base imponible del valor agregado al flujo total) o por sistemas cuantitativos de techos admisibles y comercio de excedentes (cap and trade) definidos a partir de un remate gubernamental de cuotas de polución o de agotamiento de un recurso no renovable. De formas diversas cada uno de los caminos limitaría el flujo total y la expansión de la escala de la economía en relación con el ecosistema, a la vez que proveería ingresos públicos. No quiero discutir los méritos relativos de un sistema u otro, que tienen que ver con intervenciones en el precio o en la cantidad en el mercado, sino más bien enfatizar que ambos tendrían ventaja sobre la estrategia que hoy se favorece.

La estrategia actual podría ser llamada “primero eficiencia” a diferencia del principio de “primero austeridad” que está comprendido en los dos sistemas de limitación del flujo que se mencionan más arriba[18].

“Primero la eficiencia” suena bien, especialmente cuando se hace referencia a ello como una estrategia ganar-ganar o más pintorescamente como “cosechar la fruta que está más cerca del piso”. Pero el problema de “primero eficiencia” es con lo que viene después. Una mejora en la eficiencia por sí misma es equivalente a tener una oferta mayor del factor cuya eficiencia aumenta. El precio del factor ha de disminuir. Se encontrará más usos para el factor barato. Terminaremos así consumiendo más del recurso que antes, aunque sea de manera más eficiente. La escala seguirá creciendo. Esto a veces es llamado “efecto Jevons”. Una política de “primero austeridad”, en cambio, induce la eficiencia como una consecuencia secundaria. “Primero la eficiencia” no induce la austeridad. Hace la austeridad menos necesaria. Tampoco da lugar a una renta de escasez que pueda ser capturada y redistribuida.

Conclusiones.

Reducir la pobreza es el objetivo básico del desarrollo, como el Banco Mundial proclama correctamente. Pero no puede alcanzarse ese objetivo a través del crecimiento, por dos razones. Primero, porque el crecimiento del PBI ha comenzado a incrementar los costos sociales y ambientales más rápidamente que lo que aumenta los beneficios de la producción.

Tal antieconómico crecimiento nos hace más pobres, no más ricos. Segundo, porque ni siquiera un verdadero crecimiento económico puede aumentar el bienestar una vez que estamos, en el margen, produciendo bienes y servicios que satisfacen sobre todo necesidades relativas más que necesidades absolutas. Si el bienestar es esencialmente una función del ingreso relativo, entonces el crecimiento agregado se auto cancela en su efecto sobre el bienestar. La solución obvia, que es restringir el crecimiento antieconómico en los países ricos, para dar oportunidad a un mayor crecimiento económico, al menos temporario, en los países pobres, queda fuera de la norma, por la ideología de la globalización, que solo puede postular el crecimiento global. Necesitamos promover políticas nacionales e internacionales que graven adecuadamente las rentas de los recursos naturales, para limitar la escala de la macroeconomía relativa al ecosistema y para proveer un ingreso para fines públicos. Estas políticas deben estar fundadas en una teoría económica que incluya el flujo total entre sus conceptos más fundamentales. Estas eficientes políticas nacionales necesitan protección de la competencia que reduce los estándares de calidad y que externaliza costos, aquella que hoy es el motor de la globalización.

Proteger políticas nacionales eficientes no es lo mismo que proteger industrias nacionales ineficientes.

Bibliografía

Daly, H. E. (Febrero de 2008). Desarrollo Sustentable: Principios, definiciones y políticas. Aportes(7), 28. Recuperado el 14 de diciembre de 2019


[1] El capital natural es la capacidad del ecosistema para suministrar tanto un flujo de recursos naturales como de servicios naturales. El mantenimiento constante del capital natural a menudo es conocido como “sustentabilidad dura” para diferenciarla de la “sustentabilidad débil”, en que se busca mantener constante la suma del capital natural y de aquel construido por el hombre.

[2] Se dice que el conocimiento en menor grado, porque éste debe ser activamente aprendido a nuevo en cada generación. No puede ser heredado pasivamente.

[3] También coloca al futuro en desventaja. El presente podría legar un flujo total cada vez más pequeño y sostener que esto es suficiente para que no se reduzca la utilidad, si el futuro aprovecha las posibilidades que se avizoren de sustitución, tanto en las funciones de producción como de utilidad. Pero si estas posibilidades de sustitución son tan fáciles de prever, entonces hagamos que el presente las aproveche ahora, y de tal modo reduzca el costo de su utilidad para un determinado legado de flujo.

[4] El flujo total no solo es mensurable como principio, sino que ha sido medido para varios países industriales en los pioneros estudios de contabilidad física publicados por el World Research Institute, en colaboración con institutos de investigación de Holanda, Alemania, Japón y Austria. Ver Resource Flows (1997) y The Weight of Nations (2000).

[5] El concepto de entropía fue definido para la física y se refiere a la capacidad de transformar energía en trabajo. Es utilizado en otros ámbitos (economía, sociología) como sinónimo de desorden. Baja entropía significa, así, bajo desorden de los recursos (el mineral en la mina; el agua y la tierra fértil, cada uno en su lugar). A medida que se utiliza el recurso, aumenta la entropía (el desorden) y se agota la disponibilidad de su uso.

[6] La ciencia nos dice que el mundo físico terminará sea en un gran enfriamiento o en un gran desastre. “Para siempre” necesita una “nueva creación”, la muerte y el renacimiento, no la prolongación perpetua. La economía no es escatología.

[7] Invertir la renta de recursos no renovables en sustitutos renovables es una buena política, con raíces neoclásicas impecables, para hacer sustentable el flujo total en el largo plazo.

[8] Los precios usados para calcular este índice de valor se ven afectados, por supuesto, por la distribución de la riqueza y del ingreso, así como por la exclusión de las futuras generaciones y de las especies no humanas, respecto de la demanda, y por la omisión de haber incluido en los precios otros costos externos y beneficios. Es difícil poder darle un sentido normativo a un índice construido con precios relativos tan distorsionados.

[9] Si el bienestar es una función del ingreso relativo y el crecimiento aumenta el ingreso de cada uno de manera proporcional, entonces nadie está mejor. Si el crecimiento aumenta solo algunos ingresos, el bienestar ganado por los que están relativamente mejor se anula con las pérdidas de los que están relativamente peor.

[10] Los males (illth) es un útil término creado por John Ruskin como lo opuesto a la riqueza; o sea: un stock acumulado de males, como opuesto a un stock de buenas.

[11] En lugar de “perjudicarse a sí mismos” tal vez debería decir “siendo perjudicados” por los economistas del FMI y del BM que les requieren este equívoco sistema de cuentas nacionales.

[12] La macroeconomía sostiene que la economía puede crecer demasiado rápido cuando hay inflación, aun cuando usted en su punto de vista la economía nunca puede ser demasiado grande.

[13] En lugar de “perjudicarse a sí mismos” tal vez debería decir “siendo perjudicados” por los economistas del FMI y del Banco Mundial que les requieren este equivoco sistema de cuentas nacionales.

[14] ¿Cómo podría restringirse los flujos de capital? Un impuesto Tobin; un tiempo de residencia mínimo antes que las inversiones externas puedan ser repatriadas; y por sobre todo algo como la Unión Internacional de Compensación propuesta por Keynes, en que se estimula un balance multilateral de la cuenta de comercio, cargando intereses tanto sobre los excedentes como sobre los déficits de la cuenta corriente. En la medida que las cuentas corrientes se balanceen, se restringe la movilidad de capital.

[15] Se debe notar que el PBI no valoriza los recursos naturales (aquello a lo que se agrega valor). Sin embargo, todos pagamos un precio de mercado por la gasolina. El precio de la gasolina refleja el trabajo y el capital utilizados para perforar, bombear y refinar el petróleo, no el valor del petróleo in situ, que es tomado como cero.

[16] Nicholas Georgescu-Roegen, The entropy Law and Economic Process, Harvard University Press, Cambridge (1971)

[17]Por ejemplo, se puede recaudar rentas sobre: la capacidad de absorción de la atmósfera, el espectro electromagnético, las pesquerías, los bosques públicos y las tierras de pastaje, el petróleo en el mar, los derechos de paso, las órbitas, etc.

[18] Por “frugalidad” quiero decir “saciedad no dispendiosa”, más que “pobre escasez”.

Unidad 2. 1. Antecedentes normativos en suelos

  Es importante conocer los sistemas normativos con respecto a la contaminación del suelo, dado que son estos los que regulan los límit...