2. 4 .1 Política económica del Estado mexicano en la reconstrucción de la nación.
La Revolución Mexicana culminara con la reconstrucción del Estado con el objetivo de instaurar un control central político y militar de todo el territorio nacional, así como la pacificación y la supresión de las rebeliones emanadas de la fase armada o posterior a ella, hasta la De la Huerta. Tal reconstrucción buscaba asegurar la soberanía política y económica del nuevo Estado frente a fuerzas extranjeras. Sin embargo; las bases materiales para darle forma a la soberanía política implicaban una soberanía financiera, aspecto que se encontraba muy complicado llevar a la práctica.
Tales acciones fueron logradas con base en la centralización y aumento de los ingresos por parte del gobierno, por la vía del cobro de impuestos por el pago de bienes y servicios, con la ampliación del crédito que generara la circulación de moneda y billete, aumentando la liquidez en los gastos y reorganizando la inversión pública y privada que se vio fracturada por la fase armada. Estos aspectos implicaban por el vértice la intervención del Estado en la vida activa de la economía.
Después de la Revolución como parte del proyecto constitucional, se considera que, en México, debía de haber cambios paulatinamente marcados, de una reorientación económica basada en el crecimiento de la producción por medio de un modelo de exportaciones de materias primas y minerales, por uno de crecimiento del mercado interno en la producción. Dicho modelo tendría como objetivo inmediato hacer que el Estado regulara la producción nacional, desplazara, a un segundo nivel, a los inversionistas y bancos privados o comerciales como instrumentos de préstamo e inversión, asegurando la inyección de sus capitales a ciertas ramas de la producción.
Por otra parte, es cierto que serán los movimientos políticos de los personajes en el poder, aunados a la oferta y la demanda de las mercancías los que definirían el comportamiento de la economía, ya sea de crecimiento o de estancamiento como lo explica FitzGerald. En todo caso lo que las diferencia realmente es en ¿Cuándo inicial y cuáles son las condiciones de posibilidad que implicaron el crecimiento sin estancamiento del mercado interno y la regulación en la fiscalización, no solo de los nacionales, sino de la banca privada?
Para poder tener una mayor apreciación de cuál es el comportamiento de la economía durante esta primera mitad del siglo XX, hay quienes describen que en el siglo XX se conformó en dos etapas:
1) Una crisis y reorientación del crecimiento productivo de 1910 a 1940.
2) La otra, donde la industria se convierte en el motor de crecimiento de 1940 a 1952. En el primer periodo, se presentan dos ciclos depresivos:
a) El primero de 1913 – 1916 que abarca la fase armada de la revolución hasta antes de la promulgación de la Constitución.
b) El segundo ciclo de 1927 – 1932 que abarca el tiempo en el cual se llevó a cabo la gran depresión internacional y su respectiva crisis político-económica.
De manera lateral hay que apreciar que ante estos ciclos depresivos también son distinguibles dos ciclos de recuperación:
1. El primero de 1916 – 1926 que inicia de manera formal con la promulgación de la Constitución Mexicana y va a parar hasta las postrimerías de la gran depresión.
2. El segundo ciclo abarca de 1933 – 1952 y se prolonga durante muchos años más; es conocido bajo el nombre de desarrollo estabilizador.
Ahora pasemos a explicar cuáles fueron las características de cada ciclo. En términos muy generales la primera fase depresiva de 1913 – 1916 tuvo por comienzo al haber sido transgredidos en 1910 los comicios electorales y con la promulgación del Plan de San Luis y en 1913 conducirían al derrumbe de la economía ya entrada la fase armada; otro aspecto es que el año de 1915 fue uno de los más críticos, ya que se afectó la producción en general, los mercados, las vías de transporte y comunicación; teniendo como resultado un deterioro generalizado del sistema financiero y la captación tributaria.
Será con la primera fase de recuperación de 1916 – 1926 cuando se podrá apreciar ciertos avances con la promulgación de la Constitución de 1917 los inversionistas tenían un arsenal de argucias con las cuales podrían amparar sus bienes y capitales; durante los años de 1916 a 1920 se avanzó en la pacificación del país, lo cual dio posibilidad de reactivar la circulación de mercancías; y otro factor fue que de 1925 a 1926 se mantuvieron las importaciones a un buen nivel.
Sin embargo, no todo fue favorable en esta fase de recuperación, puesto que no había forma de asegurar estas condiciones favorables en el ámbito internacional; es decir, para el año de 1921 término el auge exportador de materias primas por el fin de la Primera Guerra Mundial, lo cual implicaría que Estados Unidos sufriría una especie de proteccionismo que Estados Unidos sufriría una especie de proteccionismo intermitente ante la sobreproducción de mercancías. Esto será contraproducente para sus acreedores, ya que gran parte de las exportaciones agrícolas mexicanas tenían como destino Norteamérica y al no darle salida habría un estancamiento en el comercio nacional mexicano; pero ello no es todo, ya que se aceleraría el declive de las exportaciones que para 1927 no habría manera de darle salida a tales mercancías.
Para ello durante la segunda fase depresiva de 1927 a 1932 las principales características son de contracción en las importaciones, principalmente hacia las que iban dirigidas hacia Norteamérica; combinada con escases del crédito e inversión de parte de bancos comerciales o de gobiernos extranjeros y a nivel nacional tenemos la guerra cristera de 1927 a 1929, así como el periodo de elecciones presidenciales y la disputa política entre Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, que llevaría a la muerte de este último caudillo.
Para 1929 se derrumbarán las exportaciones y hasta 1932 empezarían a cambiar las cosas, dado el hecho de que las empresas petroleras norteamericanas concentraron su capital en yacimientos venezolanos durante la crisis, pero regresarían por los nuevos yacimientos en la región del golfo de México. También se percibía una severa contracción en la demanda de manufacturas y de la agricultura.
El segundo ciclo de recuperación de 1933 a 1940 tuvo como principal eje el reajuste en las fuerzas políticas internas y en perspectiva productiva después de 1933; generando desde el poder un discurso político proteccionista que ponderaba el nacionalismo económico como una forma de rechazo a la oferta de mercancías de importación, aunque manteniendo inversiones extranjeras directas en ramas importantes. Durante este ciclo las políticas públicas se orientaron a crear infraestructura, como la eléctrica; a la recuperación de las importaciones, teniendo como principal interlocutor a Estados Unidos e Inglaterra; se agilizarían las transformaciones cardenistas desde su ascenso al poder en 1934 implicando una especie de crecimiento industrial interno y la denominada consolidación del capitalismo mexicano; la agricultura también se favoreció, excepto en ciertos tiempos por malas condiciones climáticas y por el reparto masivo de tierras.
Como podemos apreciar durante estas primeras cuatro décadas del siglo XX el comportamiento de la economía estuvo definido por la dependencia internacional de las economías nacionales y por factores internos, como la Revolución Mexicana o externos como la Primera Guerra Mundial; así como la guerra cristera y la sucesión presidencial de 1928 o la gran depresión económica.
2.4.1.1. La fundación del Banco de México.
En un inicio, el sistema bancario porfirista estaba conformado por bancos comerciales privados con una marcada contradicción entre la ley bancaria que regulaba los bancos de emisión, depósito y descuento, y la realidad crediticia de país. Estos bancos funcionaron como establecimientos semifraccionarios y semihipotecarios, con una emisión múltiple de moneda o billete y no existía ningún órgano de inspección y vigilancia que asegurara el funcionamiento sano de los bancos del gobierno y protegiera sus intereses.
Durante los años veinte el crédito externo e interno al gobierno era casi nulo por parte de cualquier fuerza política internación; en 1922 se triplicaría la deuda al firmarse el pacto Dela Huerta – Lamont; ello cuando durante la gestión del Secretario de Hacienda de parte del mismo Adolfo de la Huerta, su gestión tuvo la característica de ser conservadora, restrictiva y desordenada y para aliviar el desequilibrio financiero impuso una rigurosa austeridad, incluyendo reducciones de sueldos y de personal, y suspendiendo las pocas obras públicas que se habían empezado; su resultado fue negativo para el gobierno.
De la Huerta renuncio al cargo en septiembre de 1923 para dedicarse a su campaña electoral, que terminaría desembocando en una rebelión. Por otra parte, Alberto J. Pani lo suplió y se mantuvo en el puesto hasta 1927. Pani ordenaría las finanzas públicas con una política de austeridad y con una reforma fiscal en 1924 que daría origen al impuesto sobre la renta; también realizo la reorganización de la banca como instrumento central para la emisión de dinero en moneda o billete. También tuvo que lidiar con el Comité Internacional de Banqueros respecto a la deuda pública y sobre nuevos préstamos, así como la separación de la deuda ferrocarrilera de la deuda total; de tal forma que aseguraban las relaciones entre banqueros y el gobierno mexicano por medio de la enmienda Pani – Lamont firmada el 23 de octubre de 1925.
La centralización e intervención estatal consistió por entonces en crear las bases institucionales del nuevo gobierno, uno de cuyos pivotes más importantes sería la creación del banco central. La creación de este tipo de banco en México estaba prevista en Constitución de 1917, en artículo 28, pero aún faltaban recursos para materializarlo. La Primera Convención Nacional Bancaria en 1924, con Pani en la Secretaría de Hacienda, creo la Comisión Nacional Bancaria, decretada en 29 de diciembre de 1924 y entraría en vigor el 7 de enero de 1925, mismo mes en el que empezaría a funcionar.
De la misma forma la Ley General de Instituciones de Crédito y Establecimientos Bancarios fue promulgada el 24 de diciembre de 1924 y entro en vigor el siguiente año; esta ley otorgaba al gobierno mayor autoridad formal para supervisar las operaciones de los bancos privados; obligaba a los establecimientos bancarios nacionales y a las sucursales los bancos extranjeros, en un término de tres meses a partir de diciembre de 1924, presentaran ante la Secretaría de Hacienda constancias para obtener autorización para poder continuar sus operaciones o serian clausuradas. En este caso no se muestra la negativa de tales bancos privados, como oponerse a algo que beneficiaría a la larga.
Para septiembre de 1925 el programa de ajuste presupuestal, impulsado por Pani desde la Secretaría de Hacienda, permitió la acumulación de más de 50 millones de pesos oro con que inicio la operación del Banco de México. Los comisionados para diseñar el Banco de México fueron Manuel Gómez Morín, Elías S. A. de Lima, Fernando de la Fuente y el propio Secretario de Hacienda Pani. Uno de los primeros movimientos que realizaría la Secretaría de Hacienda sería decretar que los impuestos a la producción y los derechos de exportación del petróleo fueran recogidos a favor del Banco de México, que desde entonces empezaría a administrar los fondos estratégicos del Estado.
La fundación del Banco de México tuvo como principal objetivo la organización bancaria para la evolución económica nacional; las actividades a su cargo eran la de desempeñar las funciones tradicionales de banco central (depósitos, prestamos, etc.), aliviar la escases de crédito, así como llevar el control de las emisiones de billetes (papel moneda) o moneda metálica buscando liquidar la práctica de las emisiones múltiples por parte de otros bancos, principalmente privados, convirtiendo a los bancos comerciales en instituciones ordinarias de depósito; conto con limitadas posibilidades de creación de medios de pago y bajar el tipo de interés como mecanismo de estrangulamiento del crédito, así como nuevas formas de regulación y sistemas permanentes de inspección y vigilancia.
La reforma monetario-bancaria de 1931 – 1932 ayuda a la consolidación y desenvolvimiento del sistema de crédito y, en particular, del Banco Central. El abandono del patrón oro, facilitó del empleo del billete y dio a toda la estructura financiera del país una considerable flexibilidad; lo mismo ocurrió con la Ley de Tributos y Operaciones de Crédito, promulgada en 1932, de cuya expedición entrañó un importante progreso legislativo y un impulso a nuevas actividades desconocidas o defectuosamente reglamentadas por las viejas leyes mercantiles.
A partir de 1933 el sistema de crédito empezó a desarrollarse en forma vigorosa, tanto por el impulso de la legislación antes mencionada, como por los obstáculos surgidos en la economía estadounidense con motivo de la depresión que siguió al colapso de 1929 comenzaron a superarse, y los esfuerzos del Banco de México y la Comisión Nacional Bancaria trabarían nuevas formas de cooperación, en una creciente confianza pública, en nuevas instituciones y en el funcionamiento inicial de un mecanismo de asociación al banco central. Tan solo entre 1933 y 1938 se crearon el Banco Nacional Hipotecario y de Obras Públicas, Nacional Financiera, el Banco Nacional de Crédito Ejidal, Almacenes Nacional de Deposito, el Banco Nacional de Comercio Exterior y la Unión Nacional de Productores de azúcar.
El Banco de México y su nueva Ley Orgánica del 28 de agosto de 1936 lo faculto para intervenir en la regulación del incipiente mercado de valores; su intervención como agente financiero y consejero del Gobierno Federal en las operaciones de crédito interno y externo y con Nacional Financiera en la emisión y atención a empréstitos públicos, colaborando en la realización de obras públicas. Logrando así una más estrecha vinculación de las empresas de participación estatal y de los organismos descentralizados, el mercado de valores y de capitales y el funcionamiento de empresas productivas agrícolas e industriales o comerciales.
1.1.2 Proteccionismo, “Milagro mexicano” y desarrollo estabilizador.
1.1.2.1 Proteccionismo.
Con el propósito de favorecer el desarrollo de la industria mexicana, se creó una política económica proteccionista. El principal instrumento fue el establecimiento de un sistema arancelario, se suprimió la libertad para comprar y vender mercancías en el extranjero. Para comprar, era necesario solicitar un permiso de importación y solo se otorgaba cuando las mercancías no se producían en el país, o cuando la producción era insuficiente para satisfacer las necesidades de los consumidores.
Por ejemplo, si algún ciudadano mexicano solicitaba la importación de un automóvil, el permiso era negado porque en México se producía esa mercancía. Los problemas derivados de malas administraciones gubernamentales, de las diversas crisis y de un entorno desfavorable, derivan en el proteccionismo. La razón fundamental para ello es proteger, como su nombre lo dice, la economía de un país. México no es la excepción. En esta estrategia están incluidos elementos para mejorar los bienes y servicios, restringir la entrada de productos y ayudar al consumo interno nacional y proteger el empleo.
En este proteccionismo, México modifico su política económica y adoptó medidas en relación con la inversión extranjera y el comercio exterior lo que permitió reducir la dependencia del país en las exportaciones de hidrocarburos y el comercio exterior, lo que permitió reducir la dependencia del país en las exportaciones de hidrocarburos, dando un mayor espacio al sector de manifactura. Las características del proteccionismo que propicio la estabilidad en el periodo de 1954 – 1970 fueron:
· Favorecer la industria nacional y extranjera mediante el proteccionismo a través de una serie de políticas de apoyo al crecimiento económico, tendentes a crear infraestructura (carreteras, puentes y caminos) que facilitaran la transportación de mercancías a todas las regiones del país.
· Controlar los productos que entraban del extranjero, imponiendo impuestos elevados, a fin de apoyar la industria nacional.
· Reducir impuestos a los habitantes del país en pago de servicios.
· Mantener la estabilidad cambiaria peso-dólar, para lo cual el gobierno contaba con una reserva en dólares que le permitía hacer pagos a Estados Unidos, con quien tenía tratos comerciales y financieros.
· Mantener una tasa de crecimiento económico del 6.5% en promedio anual para beneficiar a la sociedad.
· Combatir la inflación, elevando costos de productos y garantizando una industria nacional con vías al desarrollo.
Junto con el proteccionismo se fomentó la inversión nacional, atendiendo problemas de educación, vivienda, infraestructura y salud, en medio de una economía debilitada, por lo que se dice que hubo agotamiento de la etapa de desarrollo estabilizador. Este agotamiento se derivó de las siguientes causas:
· El campo, principal fuente de recursos para el financiamiento industrial, se enfrentaba a una fuerte crisis debido a su descapitalización, generando con ello una considerable baja en la producción de alimento, hecho que provoco la migración del campo a la ciudad.
· La industria dejo de contar con el apoyo del campo y con la protección que el Estado le aportaba mediante subsidios, lo cual impacto en que la industria fuera incapaz de inscribirse en el mercado internacional, y, por ende, presentar dificultades económicas para exportar.
· La política proteccionista adoptada por el Estado acentuó el déficit fiscal al desequilibrarse los gastos y los ingresos.
· La industria nacional perdió la protección del Estado, ya que este no pudo seguir financiando los gastos y los ingresos.
· La industria nacional perdió la protección del Estado, ya que este no pudo seguir financiando los subsidios y prestamos que apoyaban su crecimiento.
· Se desequilibro la balanza de pagos, ya que se permitió la entrada de capital extranjero a nuestro país sin control alguno.
Al agotarse la etapa de desarrollo estabilizador el país entro en un proceso de crisis y para subsanarla, fue necesario entablar negociaciones con los organismos financieros internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Las consecuencias de estos acuerdos se presentaron con los siguientes hechos:
· Reducir el déficit público.
· Limitar el endeudamiento interno.
· Limitar el crecimiento del empleo en dependencias del gobierno.
· Favorecer la apertura económica hacia el exterior.
· Controlar los aumentos salariales.
· Utilizar como aval el petróleo (hipotecando la principal fuente de ingresos de la nación).
1.1.2.2 “Milagro mexicano”.
De 1940 a 1970 hubo crecimiento de la tasa anual de la economía mexicana de más del 6%; la producción manufacturera se elevó en esos años, la producción creció de forma acelerada; en 1940 el sector agrícola empleaba el 65% de la fuerza de trabajo en México, pero tres décadas después empleaba menos de la mitad de este; el sector minero registraba las más altas tasas de crecimiento anual de 1965 a 1968, para 1900 el planta, México era en gran parte autosuficiente en la producción de comestibles, productos petroleros básicos, acero y la mayor parte de los bienes de consumo.
Un indicio de la amplitud alcanzada por la industrialización México hará, ocurre en el renglón de los bienes para la producción. Los esfuerzos combinados de la inversión de los sectores público y privado de México hicieron realidad la revolución tecnológica tanto en la agricultura como en la industria; a partir de 1940 cerca del 90% del total de la inversión fija bruta fue financiada con los ahorros internos.
Todos los elementos positivos acumulados durante este periodo, a partir de 1940 en México, en su problematización ayudan a diferenciar esta etapa, así como las fases anteriores en la historia mexicana, por ejemplo, con el “porfirismo” caracterizado por una especie de crecimiento, pero escaso desarrollo económico. Antes de 1930 predominaba el control y las propiedades estatales en los ferrocarriles y al sistema bancario. Durante la presidencia de Cárdenas (1934-1940), las empresas estatales extendieron hasta la industria rural, el petróleo y la energía eléctrica y en los años setenta, más de 400 empresas que pertenecen al sector público o que son una mezcla de públicas y privadas.
El gobierno poseía las industrias petroleras, las de energía eléctrica y de ferrocarriles, tenía plantas de acero y fertilizantes, fábricas de equipo ferroviario y varios bancos. La composición de su propiedad también es importante en la petroquímica, la aviación y la cinematografía, el papel de periódico y la explotación minera.
El mercado se encontraba altamente protegido por el gobierno mexicano a partir de los años de Cárdenas y particularmente durante las presidencias de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), Miguel Alemán (1946-1952) y Adolfo Ruíz Cortines (1952-1958) las políticas empleada se enfocaron en recurrir al proteccionismo arancelario, en proposiciones considerables, para impulsar a los inversionistas nacionales a iniciar empresas que sustituyeran la importación; y durante los años cuarenta se elevaba la tarifa arancelaria en un corolario lógico de la meta de industrialización ampliamente difundida. Final sea que se rompa los resortes de la economía, se incrementaba la inversión para el desarrollo de sectores productivos controlados por el Estado incentivando inversión privada.
La respuesta de la élite política – Y no mal vista la población – del gobierno presidencial de Ruíz Cortines, a la crisis de la devaluación de la moneda nacional mexicana, de 1954-1955 fue sorpresivamente dañina, pero soportable; los elementos que procura la estabilidad económica se lograron por:
1. una aplicación más vigorosa de los instrumentos monetarios y financieros desarrollados durante la quinta década.
2. Una creciente dependencia del funcionamiento externó para cubrir el déficit del sector público.
Uno de los rasgos por los cuales México logró realizar una transición sin tener que sacrificar el crecimiento para la estabilidad es que el sector público no redujo sus inversiones en infraestructura. México estableció sistema de financiamiento del desarrollo económico que acoge de las dos escuelas de pensamiento económico sobre la inflación en América Latina, la “monetaristas” y la “estructuralista”; por otra parte, el financiamiento extranjero estuvo a disposición de México, la inversión directa extranjera se apresuró a entrar al país bajo las condiciones establecidas por el gobierno mexicano.
El mismo “buen éxito” de la política monetaria y financiera de México, para apoyar la inversión pública y a la vez estabilizar los precios es sólo un sustituto de lo que realmente se necesita, a saber, una reforma fiscal que incremente los ingresos del gobierno. Además de pensaba que no éste es sobre la base de un gobierno nacionalista burgués.
Por otra parte, en el sector privado también hubo crecimiento proporcionalmente favorable, con relación al producto nacional bruto; la producción industrial representaba el 37% del Producto Interno Bruto (PIB) y ocupaba una quinta parte de la fuerza de trabajo, elemento fundamental de una economía nacional que desea desarrollarse.
Sin embargo, el papel desempeñado por el sector agrícola en el proceso de la industrialización contribuyó en México de las siguientes formas:
1. Una virtual autosuficiencia en la producción de comestibles y, al hacerlo, suministro niveles elevados de consumo alimenticio.
2. Incremento en la producción de varios productos para el sector manufacturero y creció rápidamente.
3. Las exportaciones agrícolas se elevaron en más del 6%anual, en términos reales a partir de 1940 y crecieron del 25% al 50% del total de los ingresos debido a la explotación de mercancías.
4. Durante 30 años de 1940 a 1970, la fuerza de trabajo industrial y de servicio creció al doble de la tasa de ocupación agrícola.
5. El gasto público entre 1942 y 1961, destinado al desarrollo rural fuer mayor a los ingresos fiscales provenientes del México rural, lo que dio una entrada neta de ingresos en el sector agrícola, pero es menor que la transferencia neta de ahorros de la agricultura a la industria y servicios, efectuado por el sistema bancario, etc..
6. El creciente poder adquisitivo del México rural ha proporcionado un mercado de aplicaciones, para los productos de la industria mexicana.
México disfruto de estabilidad política sin la cual hubiera fracasado la estrategia para el desarrollo para el desarrollo y el México rural creo las condiciones fundamentales para su estabilidad. La proximidad de México a los EE. UU., tuvo diversos efectos sobre la economía mexicana, una frontera en común con el mercado que es el mayor del mundo, alentó sin duda, el interés y la inversión de los mexicanos con vistas a las posibilidades de exportar y las exportaciones de mercancías a los EE. UU., fueron en promedio de más del 75% y eso ha facilitado toda la proximidad de tecnología.
La estrategia mexicana para el desarrollo triunfo porque la evolución sociopolítica fue apoyada, más que obstruida, las políticas públicas del sector privado destinadas a acelerar el crecimiento; otros países latinoamericanos adoptaron políticas similares y por lo general fueron víctimas de las presiones políticas y sociales, que en México fueron contenidas. ¿Por qué México ha triunfado en donde otras han fracasado?
1.1.2.3 Desarrollo estabilizador.
En estos treinta años de 1940 – 1970, una gran parte de la rápida industrialización se pagó con mayores reducciones en el consumo de la gran mayoría de la sociedad mexicana situada en los últimos peldaños de la escala de ingresos: los más pobres; en México los ricos se han vuelto más ricos y los pobres más pobres algunos en un sentido relativo y otros en forma absoluta.
Dos generalizaciones aleccionadoras sobre el curso del desarrollo económico, que va de los años de 1940 a 1971, en México son: la primera, es que no hubo otro sistema político latinoamericano que allá proporcionado más recompensas a sus nuevas elites – imperialistas – industriales y agrícola comercial; y la segunda, es que con la excepción de los efectos de la distribución de la tierra, en ningún otro de los grandes países latinoamericanos el gobierno hizo bastante, directamente a favor de la cuarta parte de la población y poco por las otras tres cuartas partes.
1.1.2.4 Fin de la política económica de estabilización y el inicio a la transición.
La segunda mitad de la década de 1960 corresponde a los años del deterioro político y la toma de conciencia de que el crecimiento económico no había llegado al desarrollo pleno; los eventos de 1968 sacudieron la conciencia nacional, a partir de entonces empezó a desaparecer la autocomplacencia política. Los años que corresponde de 1968 a 1973 configuraron lo que se ha dado por llamar la crisis, cuya nota primordial, desde el punto de vista del ejercicio de poder presidencial, fue la búsqueda de soluciones y adecuaciones para enfrentarla, pero sin cambiar la esencia de un estado interventor ni la naturaleza de las alianzas que le daban sustento, definidas desde 1946.
Al comenzar un proceso de globalización creciente de la economía mundial, se pudo en entredicho a los Estados con políticas keynesianas, desarrollados y en vías de desarrollo por igual. De 1968 a 1974 desapareció de México el optimismo y la seguridad de haber logrado la estabilidad y el crecimiento políticos único y perfecto: después la economía será la vía de aplicación del proyecto estatista, quedando al servicio de la recuperación de la estabilidad política. Para 1965 el nuevo gobierno quedo atrapado en la lógica del desarrollo estabilizador que exigía mantener intacta la legislación fiscal, excesivamente favorable al sector privado y, con reducción al gasto público de salud pública y educación.
Así el llamado proyecto nacional-revolucionario prevaleció hasta que se dio el desplome de las finanzas públicas tras el “boom petrolero “de 1978 – 1981; fue entonces que se mostró ya inviable la continuidad del Estado benefactor a la mexicana (populismo de alto perfil), ya que un relanzamiento de la economía nacional presupondría, en los años ochenta, un creciente debilitamiento de los segmentos sindicales en el escenario político, elementos que durante décadas acataron la disciplina corporativista del presidencialismo.
Lo que fue un proceso de renovación en las vías de acceso a la burocracia gobernante desde el echeverrismo, consiste en imaginar progresivamente al partido oficial como escenario central de reclutamiento de la cúpula estatal. La parte más visible de este fenómeno se dio en el ritual de nombramiento del sucesor para el cargo del Ejecutivo; así, Luis Echeverría nombra a José López Portillo como “heredero al trono”, funcionario hasta entonces ligado al campo administrativo (Secretario de Haciendo), y que fungió como puente de enlace en el flujo de crédito extranjero a las finanzas estatales. Posteriormente, López Portillo nombra a Miguel de la Madrid (titular de la Secretaría de Programación, dependencia creada en 1976) como sucesor, quien tenía una trayectoria similar a su antecesor y mantuvo – antes de ser presidente – la egida sobre los gastos públicos globales. Igual proceso de designación hubo en el caso de Carlos Salinas de Gortari (Secretario de Programación en el régimen lamadrista).
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