Está
por salir el teléfono celular más moderno, con tecnología más avanzada, con el
que puedes tener el mundo en tus manos, con el que puedes navegar y tener
múltiples aplicaciones, además de que tiene artefactos extraordinarios. Ya no es
solo un teléfono, es mucho más que eso, es un “teléfono inteligente”. Estás en
la disyuntiva ¿ahorras o te endeudas para comprarlo, o no lo haces? Piensa, el
teléfono que tienes está en excelentes condiciones, es adecuado para tus
posibilidades, apenas terminaste de pagarlo, tiene muchas funciones que no usas
porque lejos de navegar te la pasas echando chisme en chats y redes sociales…
¿realmente necesitas otro teléfono? O ¿solo lo necesitas para verte mejor, más
impactante, “más a la moda”? ¿Has pensado sobre el impacto que tiene el que
compres o adquieras teléfonos celulares, tabletas, etc., es decir, insumos
electrónicos, más de lo que necesitas?
Imagina
que vas por la calle y se te antoja un refresco y unas papitas… las compras a
pesar de que sabes que no son alimentos nutritivos y que, con tu sedentarismo,
tendrás que caminar al menos media hora, solo para mantenerte saludable. Vas
pensando todo esto y al terminar de comer, dejas el envase y la envoltura en la
calle. No pasa nada; eso dices tú. Además, te excusas diciendo que así le
generas trabajo a la gente que limpia las calles. ¿Realmente es cierto? ¿Has
considerado que por la basura que dejamos en la calle se tapan las coladeras y
causan inundaciones? ¿Has pensado que la basura puede tener como destino ríos o
incluso mares? Cuando se acumula, la basura permite que se propague fauna nociva
e infecciones. Además, si hablamos de cuestiones estéticas, es desagradable
estar en un ambiente sucio, ¿o no?
Y
si te pintas el cabello muy seguido ¿causas daño ambiental? ¿Y si compras mucha
ropa o muchos zapatos? ¿O si desperdicias comida?
¿El
consumismo favorece el desarrollo sustentable? Considera que, si consumes más,
se requiere producir más, por lo que requiere extraer más cantidad de recursos
de la Tierra, aunado a que se producirán más desechos y más contaminación.
¿compras por necesidad o creas necesidades para comprar?
En
muchas ocasiones, sin pensarlo, pones de manifiesto la educación, pensamientos,
sentimientos y respeto que tengas hacia tu entorno. Para hablar de ambiente y su
protección para una protección de la misma especie humana, es necesario hablar
de conocimientos, valores, principios y actitudes de empatía hacia nuestros
congéneres y con el medio que nos rodea.
Guerrero
(2009) menciona que un valor es un
juicio ético sobre situaciones imaginarias o reales a los cuales nos inclinamos
por su utilidad personal y social. Es un bien que responde a necesidades humanas
y un criterio que permite evaluar la bondad de nuestras acciones; es una
propiedad de las cosas o de las personas. Todo lo que es, por el simple hecho de
existir, vales y no se restringe solo al aspecto económico. Los valores son
criterios aprendidos que predisponen a actuar de una manera determinada, de tal
manera que actuamos según los valores que hayamos aprendido a través de nuestra
vida y de las experiencias previas que poseamos.
Los
valores más conocidos son: la amistad, el patriotismo, la sinceridad, la
solidaridad, el respeto, el orden, la gratitud, la lealtad, la responsabilidad,
la valentía, el entusiasmo, la empatía, la mesura, entre otros. Si hablamos de
cuestiones ambientales y desarrollo, debemos considerar el valor de la ecofilia,
que es la capacidad de estar en armonía con la naturaleza, que podamos vernos
como parte de ella y no como dueños. De esta forma, nos consideramos partes de
un sistema dinámico que incluye a la naturaleza y el desarrollo económico de
manera integral (Guerrero, 2009).
Para
valorar nuestro medio se requiere contar con una educación ambiental que nos
permita aplicar conocimientos, aptitudes, valores, actitudes, y así realizar
acciones. Los valores son fundamentales, ya que, a través de estos, los
conocimientos y las aptitudes pueden transformarse en actitudes y acciones que
son elementos claves en la educación ambiental no formal que se adquiere en la
familia y la sociedad[1].
La
conferencia de las Naciones Unidas (Río 92) puso de manifiesto que ya no es
posible separar medio ambiente y desarrollo. La educación ambiental es
ideológica, y se basa en valores para la transformación social. En este punto es
fundamental, como lo menciona Olivares (2008), el Estado, es el actor más
importante en el tema de contaminación y educación ambiental, por lo debe
formular y aplicar leyes, promover que se cumplan y sancionar a los
transgresores, ya que el daño ambiental afecta al bien común y, como
consecuencia, a la calidad de vida, de tal forma que no debe quedar al libre
albedrío de las personas.
Según
Guerrero (2009), el cuidado ambiental depende directamente del Estado, pero
incluye a todas las entidades de gobierno federales, estatales, municipales y
locales, con una participación directa de los ciudadanos que deben tomar más
conciencia del problema y exigir respeto por el ambiente y no contribuir a su
deterioro. Además, menciona que el Estado debe promover algunas
acciones:
· Fomentar la participación y la toma de decisiones,
pasar a la acción mediante la adquisición de técnicas y el compromiso de
participación.
· La cooperación y el diálogo entre individuos e
instituciones.
· El intercambio de puntos de vista y de ideas para
estimular y apoyar la creación y el fortalecimiento de
redes.
· Fomentar el uso de alternativas menos contaminantes
como abonos orgánicos en lugar de los sintéticos; transformar los desechos
urbanos orgánicos en abonos; controlar biológicamente las plagas, es decir,
combatir a los insectos dañinos con depredadores naturales,
etc.
· Evitar el uso de insecticidas, herbicidas y otras
sustancias toxicas, y hacer que los productores de estas sustancias informen a
la población sobre sus efectos ambientales y para la salud
humana.
· Educar a la población a través de las escuelas y
medios de comunicación (TV, radio, periódicos) en el respeto por el medio
ambiente y en la erradicación de pésimas costumbres de contaminación ambiental.
Como menciona Guerrero (2009), “Los medios de comunicación son determinantes
para fijar valores en una población, dan pauta de pensamiento y acción al
mantenimiento de la estabilidad social, proporcionan, recuerda, y refuerzan
continuamente la cultura” y, por tanto, educan o mal educan a una población, de
modo que también es fundamental que, como consumidores, seamos responsables al
elegir los medios que consumimos. Para ello es necesario que tomemos diferentes
fuentes informativas, tratemos de aprender y conocer todo lo que podamos de
cuanto nos rodea y apliquemos el mejor juicio posible para realizar acciones
con el menor impacto dañino.
Por
otra parte, como ciudadanos también podemos causar impacto y nuestras decisiones
y acciones pequeñas pueden originar grandes cambios:
· No arrojar la basura y los desechos en las calles,
sino únicamente en los sitios indicados.
· Evitar el ruido excesivo.
· Erradicar hábitos contaminantes, incluidos el
escupir y hacer deposiciones al aire libre, ya que, además de que contaminan el
ambiente, sin fuentes de infección a la salud humana.
· Sembrar árboles y colaborar en el mantenimiento de
las áreas verdes.
· Evitar productos que contienen contaminantes, como
CFC (desodorantes en aerosol), gasolina con plomo, etc.
· Disminuir el uso de vehículos individuales,
colaborar y compartir; asimismo, revisar y dar mantenimiento al
motor.
· Disminuir el consumismo, disminuir las compras
impulsivas de electrónicos, de plásticos, de ropa, etc.
· Realizar actividades al aire
libre.
· Organizar y participar en campañas de presión
política, de sensibilización sobre el consumo, sobre problemas
ambientales.
La
realidad es que si queremos que nuestra especie prospere y persista durante
mucho tiempo sobre la Tierra, debemos protegerla, considerarla como nuestro
hogar, ya que es de quien obtenemos los recursos para abastecer nuestras
necesidades. En la Carta de la Tierra se describen los valores y principios para
un futuro sustentable, mismos que serían el ideal a seguir de manera
internacional, para lo cual se requiere no solo de la participación de los
gobiernos, sino de todos los habitantes del mundo[2].
[1]
Valores y actitudes hacia el medio ambiente de Díaz Coutiño, R. (2011). Valores
y ética ambiental (Bloque. 2). Ed. Díaz Coutiño, R. En Desarrollo
sustentable. Una oportunidad para la vida. Pp. 73-76. Mc Graw Hill:
México
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